El hijo que hizo su madre llorar

Dibujo de una madre llorando
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Ocurrió el 6 de enero de 2014 en Pakistán. Un joven estudiante de nombre Aitizaz Hasán, de apenas 15 años, llegó tarde a su colegio y no le permitieron ingresar. Terminó quedándose allí cerca de la escuela, con unos amigos, cuando notó la llegada de otro joven, que supuestamente quería información sobre matrículas. Aitizaz Hasán, sin embargo, pudo ver que el joven iba cargado con explosivos amarrados al cuerpo y que lo que estaba por ocurrir era un atentado suicida. Aitizaz Hasán habría dicho a sus compañeros: “Lo voy a parar. Va a matar a mis amigos“. Fue entonces cuando Aitizaz Hasán se lanzó sobre el joven y lo agarró, momento en el que explotó la bomba y ambos murieron.

Más tarde, el padre del joven Aitizaz Hasán habría dicho una frase que me impactó: “Mi hijo hizo llorar a su madre, pero salvó a cientos de madres de llorar por sus hijos”.

Al leer sobre esta historia, recordé a otra madre, que lloró la muerte de su hijo. María, la madre de Jesús, estaba al pie de la cruz mientras su hijo sufría una muerte terrible (Juan 19:25). No puedo imaginar cómo se siente una madre cuando ve a su hijo crucificado, agonizante, sufriendo. No hay dudas de que María lloró. Y María lloró, para que millones de madres en el mundo no lloraran. Porque por la muerte de Jesús, todos tenemos vida eterna.

Cada vez que un policía muere luchando contra el crimen, una madre llora. Cada vez que muere un bombero apagando un incendio, una madre llora. Muchas madres han llorado para que tú y yo estemos donde estamos o tengamos una vida mejor. Y eso incluye a la más privilegiada de las madres, la madre de Jesús.

Que vivamos entonces una vida digna de honrar a toda madre que llora la muerte de su hijo.

Oración: Señor, quiero vivir una vida digna y recta que honre a cualquier madre que ha llorado la muerte de un hijo. Amén.

Versículo base: Por eso los soldados hicieron esto. Y junto a la cruz de Jesús estaban Su madre, y la hermana de Su madre, María, la mujer de Cleofas, y María Magdalena. Y cuando Jesús vio a Su madre, y al discípulo a quien Él amaba que estaba allí cerca, dijo a Su madre: ¡Mujer, ahí está tu hijo!  Después dijo al discípulo: ¡Ahí está tu madre!. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa. (NBA2005) Juan 19:25-27

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