Explica, pero no justifica

Niños pintando la pared de su casa y la frase: "Explica, pero no justifica"
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Hace unos días, uno de mis hijos trató de justificar un mal comportamiento. Fue entonces cuando le dije la frase:

-“Lo que dices, explica, pero no justifica”.

Entonces me indagó:

– “Papá, no entiendo. ¿Qué quieres decir?”
En particular, me gusta mucho cuando un hijo me pide que explique algunos conceptos, porque siempre es una gran oportunidad para enseñar algo nuevo. Así que le expliqué:

-“Estoy diciendo que lo que estás contando puede explicar por qué te comportaste de esa manera. Pero de todos modos, no justifica tu comportamiento, es decir, no lo hace justo, ni tampoco correcto”.

En el texto de hoy, Jesús cuenta la historia de dos hombres que fueron al templo a orar. Uno era fariseo y el otro era recaudador de impuestos. Mientras el fariseo se “explicaba” ante Dios, porque era “justo y correcto”, el recaudador de impuestos se humillaba ante el Señor buscando “justificación”, es decir, el perdón de sus faltas. Y Jesús dijo, en el versículo 14: “Les digo que este (el recaudador de impuestos) descendió a su casa justificado pero aquel (el fariseo) no; porque todo el que se engrandece será humillado, pero el que se humilla será engrandecido”.

La conclusión es: sólo la humillación y el arrepentimiento traen justificación. El orgullo, las explicaciones, no nos hacen justos ante Dios.

Termino con la pregunta: cuando oras, ¿traes explicaciones o buscas humildemente el perdón y la justificación de tus pecados?

Oración: Amado Dios, ten piedad de mí porque soy pecador. Perdona mis faltas, porque ninguna explicación las hará justas. Solo por tu sacrificio en la cruz puedo ser justificado. ¡Amén!

Versículo base: Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos. El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: “Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano”. Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “Dios, ten piedad de mí, pecador”. Les digo que este descendió a su casa justificado pero aquel no; porque todo el que se engrandece será humillado, pero el que se humilla será engrandecido. (NBA2005) Lucas 18:10-14

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