Pero tú, Belén, de ninguna manera eres la menor

La ciudad de Belen vista desde lejos

El nacimiento de Jesús está lleno de detalles que traen muchas enseñanzas. Cuándo somos conscientes de ellos, podremos comprender, de manera muy clara y objetiva, lo que es realmente valioso en esta vida y entender la profundidad de la inversión de valores que vivimos.

Aún siendo Dios y dueño de toda la creación, Jesús nació pobre. Siendo dueño del oro y de la plata, eligió nacer, no en un palacio, sino en un establo. Tampoco nació en Jerusalén, la ciudad santa, sino en Belén, que era considerada “la más pequeña entre las principales ciudades de Judá“, según el texto básico de hoy.

Sin embargo, nosotros, los simples mortales, exigimos ser recibidos con honor en cualquier lugar. Nos quejamos cuando no nos atienden bien en un restaurante o panadería. Nos sentimos insatisfechos cuando no se nos “reconoce” por los logros, conquistas y realizaciones. Nos entristece no recibir un lugar de honor al llegar a un lugar determinado. ¡Qué equivocados estamos!

Si Cristo, siendo Dios, no exigió nada cuando vino a este mundo, ¿quién soy yo para hacerlo? La llegada de Cristo a este mundo me muestra lo que es realmente valioso. “También escogió Dios lo más bajo y despreciado, y lo que no es nada, para anular lo que es, a fin de que en su presencia nadie pueda jactarse”, escribió el apóstol Pablo en 1 Corintios 1: 28-29.

Oración: Señor, soy grato por lo que me das. Esta Navidad, quiero conocer cómo elegiste venir a este mundo. Y quiero entender lo que realmente importa. ¡Amén!

Versículo base: Pero tú, Belén, en la tierra de Judá, de ninguna manera eres la menor entre los principales de Judá; porque de ti saldrá un príncipe que será el pastor de mi pueblo Israel.“. (NVI) Mateo 2:6

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