No te irrites, solo harías lo malo

En Curitiba, un hombre subió a un autobús por la puerta de atrás, con el propósito de evadir el pago del pasaje. La cobradora lo regañó y este hombre comenzó a ofenderla verbalmente. Este hombre fue entonces advertido por el conductor y procedió a ofenderlo también. No conforme con ofender a los profesionales de la empresa de buses, el hombre golpeó al conductor mientras manejaba, y terminó provocando un accidente, donde el bus chocó con dos autos y terminó estrellándose contra un poste. Afortunadamente, el accidente no dejó víctimas, salvo el conductor que resultó herido. El agresor intentó huir, pero terminó detenido y responderá por sus actos.

Si hay sentimientos que debemos aprender a dominar en nuestra vida, estos son el enojo, la rabia, la ira. Quien no aprende a controlar su ira busca problemas donde no los necesita. Si escribiera sobre todas las historias de ira que terminaron mal, no habría servidores en el mundo para almacenar todos los relatos.

Por eso, en la Biblia no faltan versículos que nos adviertan y nos guíen sobre qué hacer con este sentimiento. Y en el verso que escogí para esta reflexión, ella nos dice claramente: “Deja la ira y abandona el furor”. Es decir, está en mis manos evitarla, rechazarla, dejarla. Entonces, en cada oportunidad en que siento la ira apoderándose de mí, debo evitarla, debo salir de este lugar, respirar, pensar en otras cosas. De lo contrario, el mismo verso me dice la consecuencia: “solo harías lo malo.”.

¿Puedes pensar ahora en situaciones en las que tu enojo solo te metió en problemas? ¿Qué podrías haber hecho para calmar tu ira?

Oración: Quiero ser alguien quien domina la ira, que rechaza la furia. Ayúdame Señor a dominarme y que la ira no se apodere de mí. Amén.

Versículo base: Deja la ira y abandona el furor; No te irrites, solo harías lo malo.  (NBA2005) Salmos 37:8