¿Qué estás esperando?

Un hombre orando. Romanos 8:26

¿Qué estás esperando? Ciertamente estás esperando algo. Porque todos esperamos por alguna cosa. Esperamos una promoción o una llamada telefónica. Esperamos un abrazo o una despedida. Esperamos una graduación o una oportunidad. Tal vez solo esperas tu jubilación. Pero ciertamente, esperas algo.

Sin embargo, hay una espera que es más difícil. Considero que esta es la peor de todas las esperas. Es cuando no sabemos que estamos esperando. Esperamos algo, pero no sabemos qué es. Los días, meses y años pasan y ese sentimiento no desaparece. Siempre falta algo. Y nos bloqueamos. Esta espera no nos permite avanzar. Ni siquiera podemos orar por algo que no sabemos qué es. ¿Alguna vez te has sentido así?

Pablo en la carta a los Romanos, en el capítulo 8, habla sobre la espera. Él dice que “la esperanza que se ve no es esperanza. “¿Quién espera lo que ya tiene?” (versículo 24). Y agrega: “Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia” (versículo 25). Y Pablo nos da la receta secreta para orar, cuando ni siquiera sabemos qué pedir. Él dice: “Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.” (versículos 26 y 27).

Lo que Pablo nos dice es: no te preocupes si no sabes como orar o por lo que orar. Simplemente ora, y el Espíritu Santo intercederá por ti. Lo que nunca podemos hacer es dejar de orar. Incluso cuando faltan las palabras, ora. ¡Y lo que esperas llegará!

Oración: Señor, quiero aprender a orar, incluso cuando no sé cómo orar, aún cuando estoy tan confundido que no sé qué pedir o esperar. Amén!

Versículo base: “Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.” (NVI) Romanos 8: 24-27

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