No sientas lástima por la gente

No sientas lastima por la gente

Recibí un video del influencer brasileño Wendel Carvalho, donde decía: “No sientas pena por la gente“. En el video, el autor explica que cada uno está viviendo el “proceso” que le toca vivir en ese momento y que su situación es el resultado de sus elecciones. La persona que me envió el video me preguntó cuál era mi posición al respecto. Le respondí lo mismo que dejaré aquí en esta reflexión.

¡Hay una gran diferencia entre tener LÁSTIMA y sentir COMPASIÓN! Cuando miro la palabra de Dios, noto que no hay ningún versículo en la Biblia que me diga que debo sentir lástima por alguien. Sin embargo, veo varios versículos que hablan de la compasión. Al mismo tiempo, no encuentro que Jesús haya tenido “lástima” por nadie. Sólo encuentro a Cristo compadeciéndose de los necesitados.

Pero, ¿cuál es la diferencia entre lástima y compasión? La compasión es ACTIVA, la lástima es PASIVA. Cuando siento lástima por alguien, siento su dolor, pero no hago nada para cambiar su situación. La compasión, sin embargo, me impulsa a hacer algo por el otro, para que su situación cambie. La lástima, la siento por un breve momento, pero sigo adelante y olvido. La compasión, sin embargo, permanece, hasta que esa situación pueda ser resuelta.

No vemos a Jesús dando limosna a los pobres y necesitados. La limosna es un símbolo de “lástima”. Me siento triste por la situación de esa persona y entonces le doy algunas monedas. Estas monedas, sin embargo, no transformarán su situación. Sin embargo, vemos a Jesús sanando a los enfermos, realizando milagros, que de hecho trajeron una verdadera transformación.

En el texto de hoy, un leproso se acerca a Jesús y le pide que lo limpie. La Biblia dice que movido a compasión, Jesús extendió la mano y tocó al hombre, diciéndole: –Sí quiero. ¡Queda limpio!‘”. No era lástima, era compasión. Y a partir de ese momento, la vida de ese hombre nunca más fue la misma.

Oración: Señor, quiero sentir compasión por los necesitados, guíame a hacer algo que realmente transforme sus vidas. Muéstrame, Señor, lo que puedo hacer. ¡Amén!

Versículo base: Un hombre que tenía lepra se le acercó, y de rodillas le suplicó: –Si quieres, puedes limpiarme. Movido a compasión, Jesús extendió la mano y tocó al hombre, diciéndole: –Sí quiero. ¡Queda limpio! (NVI) Marcos 1:40-42

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