La leyenda de El Dorado

Barriles de vino. Proverbios 3:10

Una de las historias más interesantes de Colombia, sin duda, es la leyenda de El Dorado, que motivó la llegada de miles de personas a la región, que luego sería la capital del país y más especificamente a una laguna, a 60 km de Bogotá. La leyenda dice que una tribu secreta, escondida en medio de la selva, solía “enterrar” a sus muertos en la Laguna de Guatavita. Supuestamente, los muertos eran envueltos en una sábana, colocados en una canoa con velas, flores y una gran cantidad de joyas, tesoros y oro, para luego ser hundidos con todo lo que contenían. Otra versión de la leyenda dice que una vez al año se ofrecían sacrificios a los dioses, cuando una gran cantidad de joyas y tesoros eran lanzados al fondo del lago por el jefe jefe.

Desde que el mundo existe, el hombre ha buscado riquezas. La “corrida del oro” de California entre 1848 y 1855 fue responsable por la formación de muchas ciudades como, por ejemplo, San Francisco. En Brasil, la región del estado de Minas Gerais fue el principal objetivo portugués para encontrar oro y una parte importante del desarrollo del país.

No es de extrañar que el salmista nos motiva a regocijarnos con Dios de la misma manera que nos regocijamos en las riquezas: “Me regocijo en el camino de tus estatutos más que en todas las riquezas”, Salmo 119: 14. Y también en Proverbios 3: 14-15 nos dice que la sabiduria “es de más provecho que la plata y rinde más ganancias que el oro, es más valiosa que las piedras preciosas: ¡ni lo más deseable se le puede comparar!”. Pero vea cuán interesante es el siguiente versículo, 16, donde podemos entender que buscar la sabiduría termina trayendo las riquezas: “Con la mano derecha ofrece larga vida; con la izquierda, honor y riquezas”.

Quiero concluir diciendo que no es malo desear riquezas. Sin embargo, debemos desear aún más las cosas del reino de Dios y las riquezas terrenales solo serán una consecuencia, como Mateo 6:33 también nos promete.

Oración: Señor, quiero amarte más que a las riquezas. Y quiero más de tu sabiduría todos los días. ¡Amén!

Versículo base: Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas. Así tus graneros se llenarán a reventar y tus bodegas rebosarán de vino nuevo.(NVI) Provérbios 3:9-10

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