Enfrentando las tormentas de la vida

En un devocional con mi esposa, estábamos leyendo el texto de Marcos, capítulo 4, cuando Jesús calma una tormenta, simplemente reprendiéndola con una palabra. Leyendo esta impresionante historia bíblica, recordé otra tormenta, registrada en Jonás, en el capítulo 1, cuando el profeta decide desobedecer el mandato de Dios de ir a Nínive y elige ir a Tarsis. Al comparar estas dos tormentas, encontré algunos puntos que quiero resaltar en esta reflexión:

  1. Todos enfrentaremos las tormentas: Jesús fue quien les dijo a los discípulos: “Pasemos al otro lado” y ellos obedecieron. Y vino la tormenta. Tanto Jonás en desobediencia como los discípulos de Jesús en obediencia tuvieron que enfrentar una tormenta.
  2. Todo cambia si Jesús está en la barca: Jonás fue desobediente y fue arrojado al mar. Los discípulos ya tenían a Jesús en su barca. Y porque Jesús estaba allí, el mar se calmó. Si Jesús está en tu barca, no serás arrojado al mar.
  3. Es posible descansar, aun en medio de la tormenta: Jesús nos enseñó que es posible descansar en medio de la tormenta. En el barco de Jonás, todos luchaban desesperadamente contra la tormenta. Y en la barca de los discípulos, Jesús dormía, enseñándonos que es posible descansar y mantener la paz, aún en medio de las dificultades de nuestra vida.

Las tormentas serán parte de nuestra vida. Y mi deseo es tener a Cristo en mi barca, para enfrentarlas, sabiendo que en Él encuentro descanso.

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Oración: Señor, en ti encuentro descanso, aun en medio de las tormentas de la vida. Sé que si estás en mi barco, no seré arrojado al mar. Amén.

Versículo base: Ese mismo día, caída ya la tarde, Jesús les dijo: «Pasemos al otro lado». Despidiendo a la multitud, lo llevaron* con ellos en la barca, como estaba; y había otras barcas con Él. Pero se levantó una violenta tempestad, y las olas se lanzaban sobre la barca de tal manera que ya la barca se llenaba de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre una almohadilla; entonces lo despertaron y le dijeron: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?». Jesús se levantó, reprendió al viento y dijo al mar: «¡Cálmate, sosiégate!». Y el viento cesó, y sobrevino una gran calma. (NBA2005) Marcos 4:35-39

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