El tiempo de Dios

El tiempo de Dios

Estaba revisando una lista de eventos que ocurrieron más o menos al mismo tiempo pero que son mentalmente difíciles de relacionar. Entre ellos, el hecho de que Marilyn Monroe y la reina Isabel II de Inglaterra nacieran en el mismo año, 1926. Otra cuestión, aún más curiosa, fue el hecho de que Nintendo se fundó cuando Jack el Destripador aún cometía sus crímenes, en el año 1889. Obviamente, Nintendo no fabricaba videojuegos en 1889, sino un popular juego de cartas japonés llamado Hanafuda, que aún existe hasta el día de hoy.

Así que estaba pensando en el tiempo y en esta relación: nuestro tiempo y el tiempo de Dios. Y hubo muchas veces que no estaba feliz con el tiempo de Dios. Quería respuestas rápidas e inmediatas. Deseaba procesos rápidos en los que pudiera avanzar al siguiente nivel casi al instante. Sin embargo, los procesos eran lentos y la respuesta de Dios a veces tardaba en llegar.

Pero mientras pensaba, recordé que Dios me da muchas cosas, al instante, todos los días. Él me da vida, cada vez que me despierto para comenzar un nuevo día. El ha puesto pan en mi mesa por cada uno de los casi 17.000 días que he vivido. De hecho, nunca hubo escasez de comida en mi mesa. ¡Nunca! Y solo puedo agradecer a Dios por eso. Y aunque con luchas y dificultades, Dios me permitió construir una carrera, trabajar y mantener a mi familia. Estas cosas, las recibo todos los días, sin esperar 1 segundo. Son inmediatas y son tantas que no puedo enumerarlas todas aquí.

Cuando me quejo del “tiempo de Dios”, estoy siendo desagradecido por todo lo que me da cada día, al instante. Por eso, decido ser agradecido por lo que recibo a diario y esperar pacientemente lo que aún no ha llegado.

Oración: Señor, gracias por lo que me das cada día! Nada tengo que no venga de ti. Amén.

Versículo base: Pero que todos los que te buscan se alegren en ti y se regocijen; que los que aman tu *salvación digan siempre: ‘¡Sea Dios exaltado!’ Yo soy pobre y estoy necesitado; ¡ven pronto a mí, oh Dios! Tú eres mi socorro y mi libertador; ¡no te demores, Señor! (NVI) Salmos 70:4-5

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