Señor, quiero ser un vaso nuevo

Un alfarero moldea un vaso entre sus manos

Jeremías fue llamado por Dios para visitar a un alfarero y verlo trabajar. El relato, registrado en Jeremías 18, cuenta que Jeremías fue a la casa del alfarero y lo miraba, mientras trabajaba. “Pero la vasija que estaba modelando se le deshizo en las manos; así que volvió a hacer otra vasija, hasta que le pareció que le había quedado bien“. Y Jeremías partió de allí con la certeza de que cada uno de nosotros somos como este vaso en las manos del alfarero.

Si no nos ajustamos a la forma deseada por el creador, Él lo vuelve a hacer todo de nuevo, tantas veces como sea necesario. He estado orando a Dios diciendo: “Señor, quiero ser un vaso nuevo“. Le pido a Dios ser un mejor padre, un mejor esposo. Pido a Dios ser mejor profesional, amigo y vecino. También quiero ser un mejor oyente y un mejor consejero. Y sé que todavía queda mucho trabajo para el alfarero.

Lo que he aprendido es que solo, no podré ser alguien mejor. Un vaso no se rehace solo, sobre la rueda. Él necesita las manos del alfarero, dándole forma y contorno. Señor, quiero ser un vaso nuevo.

Oración: Señor, quiero ser un vaso nuevo. Quiero ser vaso en tus manos, alfarero mío. ¡Amén!

Versículo base: Ésta es la palabra del Señor, que vino a Jeremías: ‘Baja ahora mismo a la casa del alfarero, y allí te comunicaré mi mensaje.’ Entonces bajé a la casa del alfarero, y lo encontré trabajando en el torno. Pero la vasija que estaba modelando se le deshizo en las manos; así que volvió a hacer otra vasija, hasta que le pareció que le había quedado bien. En ese momento la palabra del Señor vino a mí, y me dijo: ‘Pueblo de Israel, ¿acaso no puedo hacer con ustedes lo mismo que hace este alfarero con el barro? afirma el Señor. Ustedes, pueblo de Israel, son en mis manos como el barro en las manos del alfarero. (NVI) Jeremias 18:1-6

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