El esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre

Mujer con su hijo en sus brazos y le dá un beso
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Fue el 22 de enero de 2013. Una pequeña niña india llamada Pooja, de apenas 7 años, se peleó con su hermano camino a la escuela. Su hermano la dejó atrás y la pequeña fue secuestrada por una pareja que, como no tenía hijos, buscaba la oportunidad de secuestrar a un niño. La pareja la llevó a otro estado y durante 9 años la niña estuvo alejada de su familia. Un día, a la edad de 16 años, la niña logró tomar el celular de su madre y buscar su nombre en YouTube. Encontró videos que mencionaban el secuestro y también un número de teléfono para contactar. Anotó el número, pero tardó 7 meses en reunir el valor para pedirle a la criada de la familia que se pusiera en contacto.

Aunque Pooja estuvo 9 años lejos de su familia, nunca perdió su lugar. La Biblia nos dice que un “El esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre”. Mientras fue esclavizada por sus captores, Pooja no disfrutó de sus beneficios como hija. Pero cuando fue liberada, volvió a ser una hija.

Asimismo, si somos esclavos de la muerte y del pecado, no somos hijos. Y el versículo de hoy nos dice cómo ser libres: “Si el Hijo los hace libres, ustedes serán realmente libres”. Es en Cristo que tenemos libertad, en Él somos libres del pecado y de la muerte.

Oración: Señor, en ti puedo ser libre del pecado y de la muerte. Por eso te recibo como Señor y Salvador de mi vida. ¡Amén!

Versículo base: y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre. Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes serán realmente libres. (NBA2005) Juan 8:35-36

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