¿Suerte o milagro?

El 15 de enero de 2009, el piloto estadounidense Chesley Burnett Sullenberger III, conocido como Sully, tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en el vuelo 1549 de US Airways, en el río Hudson en Nueva York. Todos los pasajeros sobrevivieron y Sully fue condecorado como un héroe nacional estadounidense.
Algo similar sucedió en Brasil, el 30 de agosto de 2002, cuando después de un problema técnico, un avión de TAM aterrizó sin contar con el tren de aterrizaje en medio de una granja. Todos los pasajeros sobrevivieron. El piloto Mateus da Silva Madeira, de tan solo 29 años, no tuvo el mismo reconocimiento en Brasil, pero fue un héroe en la vida de los pasajeros de ese avión.
¿Suerte o milagro? ¡Ciertamente fueron milagros! Pero el mayor milagro fue el de la preparación. Los pilotos estaban preparados y todas sus habilidades y destrezas se pusieron a prueba en estos episodios. ¡Milagro no es suerte! El milagro a menudo comienza mucho antes, incluso en la escuela, en la creación, en el estúdio, en el proceso de formación. Cuando un médico salva a un paciente, es un milagro: el milagro de tener a la persona adecuada en el momento oportuno y esa persona estar preparada, capacitada y dispuesta a hacer lo que debe hacerse.
Puede que no lo sepas, pero te estás preparando para algo muy grande. Puede que hoy no lo entiendas, pero toda tu habilidad puede ponerse a prueba en algún momento. ¡Y sucederá un milagro!
Los milagros suceden a los que no cuentan con la suerte.
Oración: Señor, quiero estar preparado para ser el milagro en la vida de alguien. Amén!
Versículo base: “¿No saben que en una carrera todos los corredores compiten, pero sólo uno obtiene el premio? Corran, pues, de tal modo que lo obtengan. Todos los deportistas se entrenan con mucha disciplina. Ellos lo hacen para obtener un premio que se echa a perder; nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre.” (NVI) 1 Coríntios 9: 24-25