Sin asiento reservado

Hace unos días escribí una reflexión que se tituló “el síndrome de las mochilas cansadas”. Una lectora me recordó otra situación, bastante común, que es la de las bolsas reservando un lugar en el banco de la iglesia.

Cuando llegué a Colombia, la primera iglesia a la que asistí fue El Lugar de Su Presencia“, del pastor Andrés Corson, cuando la iglesia aún no era tan grande como lo es hoy. Y recuerdo muy bien, la lucha que fue para esta iglesia, cambiar esa cultura de “reservar un lugar” para los que llegan tarde. Y hoy, esta es una realidad de la iglesia: nadie reserva un lugar para los que llegan tarde.

Reservar un lugar en la iglesia con un bolso, para la tía, hermano o amigo que llega tarde, es una total falta de respeto y cortesía hacia quienes llegaron temprano y no tienen dónde sentarse. Y aunque aún queden asientos disponibles, es posible que alguien haya llegado temprano porque quería sentarse allí, exactamente donde pusiste una bolsa, para su cuñado, que llegará 15 minutos tarde.

Y déjame decirte: aunque puedas reservar un lugar para alguien en el culto, no podrás reservarlo en el cielo. En el cielo nadie guarda lugar para nadie. Quien quiera estar en el cielo, tendrá que conseguir su lugar por sus propios medios y llegar a tiempo.

Esto es lo que encontramos en Mateo 25, en la parábola de las Diez Vírgenes, donde cinco de ellas eran prudentes y otras cinco insensatas. Las prudentes estaban preparadas y tenían suficiente aceite para sus lámparas, esperando la llegada del novio. Pero las imprudentes se quedaron sin aceite, tuvieron que salir a comprarlo y al regresar encontraron la puerta cerrada. Clamaron, pero la puerta no se les abrió: “Más tarde, cuando regresaron las otras cinco damas de honor, se quedaron afuera, y llamaron: “¡Señor, señor! ¡Ábrenos la puerta!”. »Él les respondió: “Créanme, ¡no las conozco!”

Que no seas tú el imprudente, que encontrará cerrada la puerta del cielo. Que no seas tú, el insensato que siempre llega tarde. Nadie te reservará un lugar en el cielo. Ven preparado y llega a tiempo.

Oración: Señor, quiero estar preparado y a tiempo, para estar contigo en tu reino, porque sé que nadie podrá reservarme un lugar. Amén.

Versículo base: “Más tarde, cuando regresaron las otras cinco damas de honor, se quedaron afuera, y llamaron: “¡Señor, señor! ¡Ábrenos la puerta!”. »Él les respondió: “Créanme, ¡no las conozco!”.»¡Así que ustedes también deben estar alerta! Porque no saben el día ni la hora de mi regreso.” (NTV) Mateo 25:11-13


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