Lo mejor para nuestros hijos

Un padre hace lo mejor por sus hijos

Leí que Bruce Lee dijo una vez: “En lugar de comprarle a su hijo todo lo que no tuviste, debías enseñarle todo lo que no le han enseñado“. No pude comprobar si la autoría de la frase es en realidad Bruce Lee, pero puedo concluir que hay mucho de cierto en ella.

Cuando nos convertimos en padres, una tendencia natural es desear que nuestros hijos no sufran nada de lo que nosotros sufrimos o que no tengan que pasar por los caminos que nos tocó a nosotros. Hacemos todo lo posible para facilitarles el camino para que puedan alcanzar sus sueños, casi automáticamente. Sin embargo, olvidamos que los procesos y el mismo dolor, enseñan y preparan más que otra cosa.

No queremos que nuestros hijos sufran, sino en el dolor en el que crecemos. No queremos que pasen por dificultades, pero es en las dificultades que ellos desarrollan habilidades y fortalecen su espíritu. No queremos que estén en necesidad, pero la escasez nos enseña a valorar lo que tenemos.

Entonces recuerdo el Salmo 128, que me muestra lo mejor que puede hacer un padre: temer al Señor. El salmo dice: “Dichosos todos los que temen al Señor, los que van por sus caminos.” Y luego habla de cuál es la recompensa del hombre que teme al Señor: “En el seno de tu hogar, tu esposa será como vid llena de uvas; alrededor de tu mesa, tus hijos serán como vástagos de olivo“.

Pero, ¿por qué el salmista compara los hijos a vástagos de olivo? Porque el olivo, cuando envejece, puede dejar de dar fruto. Para evitar que esto suceda, es común que los cultivadores planten nuevos brotes (vástagos) alrededor del olivo, cuyas raíces se entrelazan y fortalecen al olivo más viejo. Por lo tanto, los que temen al Señor tendrán hijos a su alrededor que les darán fuerza, sustento y apoyo cuando ya no tengan fuerzas.

Oración: Señor, no sé cómo ser un buen padre. Pero sé que si te temo, si ando en tus caminos, sabré qué hacer y mis hijos serán mi alegría, orgullo y sostén cuando sea viejo. ¡Amén!

Versículo base: Dichosos todos los que temen al Señor, los que van por sus caminos. Lo que ganes con tus manos, eso comerás; gozarás de dicha y prosperidad. En el seno de tu hogar, tu esposa será como vid llena de uvas; alrededor de tu mesa, tus hijos serán como vástagos de olivo. Tales son las bendiciones de los que temen al Señor. (NVI) Salmos 128:1-4

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