“¡Levántate! Toma tu camilla y anda”

Levantate, toma tu camilla y anda

En Juan, capítulo 5, está el relato de uno de los milagros de Jesús: la cura del paralítico en Betesda. El texto dice que allí había un estanque, y que “un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero entraba en el estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese” (versículo 4). Pero había un hombre que estaba allí, que ya era paralítico hacía 38 años. Cada vez que el ángel movía el agua, trataba de entrar, pero no podía. Siempre había alguien que podía meterse en el tanque antes que él. Puedo pensar que no tenía amigos o familiares para que lo ayudaran. Este hombre era el reflejo del abandono. Hasta que Jesús fue a su encuentro: “Cuando Jesús lo vio tendido, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres quedar sano?” (versículo 5).

La pregunta de Jesús no podría ser más directa y concisa: “¿Quieres quedar sano?” Solo necesitaba decir o NO. Sin embargo, en cambio, el paralítico comenzó a justificarse e incluso a quejarse: “Señor, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entretanto que yo voy, otro desciende antes que yo.” (versículo 7). Y Jesús entonces le mostró a ese hombre y a todos los que estaban allí, que una sola palabra de él seria suficiente. Demostró que la cura no sería de la manera que el hombre esperaba. Jesús mostró que no se necesitaba un tanque o agua agitada. Una sola palabra suya era suficiente: “¡Levántate! Toma tu camilla y anda”.

Pero el relato en el capítulo 5 de Juan continúa. Y por increíble que parezca, los líderes judíos y fariseos no estaban contentos de ver el milagro de Jesús. Y en lugar de regocijarse por un hombre que, tras 38 años de parálisis, ahora podía caminar, pusieron toda su atención en la “ley”: “Es sábado; no te es lícito llevar la camilla.“. (versículo 10).

Un gran problema para muchos cristianos hoy en día es la total falta de AMOR. No hay amor en ellos, solo un deseo por el juicio de Dios. La falta de amor de algunos cristianos los lleva a desear la muerte de los pecadores y no su salvación. Esos fariseos preferían que el paralítico permaneciera paralítico, en lugar de que cargara su camilla en un día sábado. Asimismo, los cristianos de hoy celebran la muerte de un ladrón y hablan poco de la gracia, la misericordia y la salvación.

Termino con algo que escuché una vez: “El gran problema de los fariseos fue amar la ley del Señor más que al Señor de la ley“. Luego, te pregunto a ti: ¿Has amado la ley del Señor más que al Señor de la ley? “Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros” (Juan 13, 34-35). Es el AMOR que nos hace discípulos de Cristo. No es la ley.

Oración: Señor, quiero que todos sepan que soy tu discípulo por el amor que puedan ver en mi vida, no por juicio o justicia. ¡Amén!

Versículo base:Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.”. (NVI) Juan 13:34-35

Loading

Compartilhe:

Adicionar um Comentário

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *