La última comida

Una aceituna
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Victor Harry Feguer fue condenado a muerte en 1963, acusado de asesinato. Su caso estaba en todos los noticieros en ese momento y, a pesar de todas las abrumadoras pruebas en su contra, el Sr. Feguer murió alegando inocencia. Como de costumbre, al condenado a muerte se le permitía elegir cuál sería su última comida, momentos antes de la ejecución. El Sr. Feguer optó por aprovechar esta oportunidad para enviar un mensaje. En lugar de una buena comida, pidió solo una aceituna, con el hueso todavía dentro. “Solo quiero una aceituna, con el hueso todavía adentro. Para que brote un olivo de mi tumba, como señal de paz“. Fue ejecutado el 15 de marzo de 1963 y el hueso de la aceituna encontrado en el bolsillo de su chaqueta.

Estaba pensando en esta elección del Sr. Feguer. Entre un placer carnal, que es una buena comida, y la oportunidad de hacer algo que pudiera ser recordado, eligió la segunda opción. Y esa elección es muy parecida a nuestra elección diaria entre el pecado y la voluntad de Dios. Todos los días, ante nosotros está la elección: el pecado, satisfaciendo nuestra carne, o la voluntad de Dios, construyendo un legado eterno.

Probablemente Feguer no sería recordado si en su última comida hubiera elegido un “asado de tira“. Ciertamente yo no escribiría sobre eso, casi 60 años después . Porque las opciones diferenciadas dejan un legado, marcan la diferencia, cambian la historia. Elegir el pecado es la fosa común, es lo que todos hacen, todos los días. Elegir la voluntad de Dios es diferente, es raro, y resuena en la eternidad.

Oración: Señor, quiero hacer una elección diferente, la que nadie hace, que es hacer tu voluntad, que es elegir tu camino, aunque sea estrecho y difícil. ¡Amén!

Versículo base: Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. por un terreno sin obstáculos. (NVI) Salmos 143:10

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