La puerta abierta

Una puerta abierta. Salmos 1:6

La caída de Constantinopla se produjo en 1453, cuando el imperio otomano atacó y finalmente conquistó la ciudad. Pero una gran curiosidad de este evento histórico es el hecho de que una ciudad, cuya estructura y arquitectura resistió los ataques de sus enemigos durante miles de años, terminó cayendo por una puerta abierta. Preocupados por la entrada de los otomanos en un punto donde se concentraron los ataques, terminaron olvidando una puerta entreabierta en el lado noroeste (la Kerkaporta). A través de esta entrada, un destacamento otomano entró y comenzó la toma de la ciudad.

Una puerta abierta es una invitación para que entre el enemigo. Y el enemigo no entra para sentarse a tomar un café contigo. Él viene a “matar, robar y destruir“, como está escrito en Juan 10:10 y como lo hicieron los otomanos en Constantinopla. ¡Y es interesante ver que la puerta en el lado noroeste fue “olvidada” porque la atención se centró totalmente en dónde se sabía que atacaba al enemigo! ¡Sin embargo, el enemigo es astuto, y también atacará donde no esperas! ¡El está todo el tiempo buscando esa pequeña puerta abierta para entrar!

¡Entonces necesitamos cerrar bien las puertas! ¿Y como? Podemos tomar las instrucciones del Salmo 1:

1. Seleccionar bien con quién convivimos (versículo 1): “Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos”

2. Ler la palabra de Dios diariamente (versículo 2): “sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en el.”

Las puertas abiertas provienen de relaciones indebidas y de la ausencia de hábitos como leer la palabra y orar. Cerrar una puerta, por lo tanto, es tan solo una decisión.

Oración: Señor, quiero cerrar las puertas al enemigo. ¡Por lo tanto, decido abandonar relaciones y amistades que no me acercan a ti y meditar en tu palabra día y noche! ¡Amén!

Versículo base: Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera! En cambio, los malvados son como paja arrastrada por el viento. Por eso no se sostendrán los malvados en el juicio, ni los pecadores en la asamblea de los justos. Porque el Señor cuida el camino de los justos, mas la senda de los malos lleva a la perdición. (NVI) Salmos 1:1-6

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