El poder de este mundo

la corona de espinas de Cristo.

El cantante brasileño Raúl Seixas en una de sus canciones más famosas, escribió:

Mamá, no quiero ser alcalde
Puede que sea elegido
Y alguien quiera asesinarme

Y Raúl tenía razón. Si por un lado hay muchas ventajas de tener poder, por otro lado, hay muchos riesgos involucrados. Basta observar que al menos 3 presidentes estadounidenses fueron asesinados, por las más diversas razones: Abraham Lincoln, William McKinley y John F. Kennedy. En Colombia, el presidente Rodrigo Lara Bonilla fue asesinado en 1984 e incluso los candidatos Jorge Eliecer Gaitán y Luis Carlos Galán fueron asesinados cuando aún estaban en campaña para las elecciones presidenciales. En resumen, en los últimos 70 años, aproximadamente 50 jefes de estado y de gobierno han sido asesinados en todo el mundo.

Las personas matan por el poder de este mundo. Olvidan que este “poder” es ilusorio, porque el verdadero poder, está sólo en manos de Dios. Esto se puede comprobar cuando Jesús estaba ante Pilato y este, pensando que tenía poder, le dijo: “¿No te das cuenta de que tengo poder para ponerte en libertad o para mandar que te crucifiquen?” (Juan 19:10). Y la respuesta de Jesús explica exactamente lo que el mundo no entiende sobre el poder: “-No tendrías ningún poder sobre mí si no se te hubiera dado de arriba” (versículo 11).

Cualquiera que crea que tiene poder en este mundo está tan engañado como Pilato. Porque no hay poder en este mundo que Dios no haya permitido. Basta que Dios mueva un dedo, y cualquier poder deste mundo se va al suelo. Y nunca podremos olvidar eso. Si eres director, gerente, líder o jefe, nunca olvides que no tendrías poder sin el permiso de Dios.

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Oración: Señor, hoy reconozco que todo el poder viene de ti. Si tengo poder, enséñame a usarlo sabiamente. ¡Amén!

Versículo base: Al oír esto, Pilato se atemorizó aún más, así que entró de nuevo en el palacio y le preguntó a Jesús: –¿De dónde eres tú? Pero Jesús no le contestó nada. –¿Te niegas a hablarme? –le dijo Pilato–. ¿No te das cuenta de que tengo poder para ponerte en libertad o para mandar que te crucifiquen? –No tendrías ningún poder sobre mí si no se te hubiera dado de arriba –le contestó Jesús–. Por eso el que me puso en tus manos es culpable de un pecado más grande.(NVI) Juan 19:8-11

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