El ladrón de la cruz

Las tres cruces de la crucificacion. Efesios 2: 8

El ladrón de la cruz, quien fue crucificado con Jesús, es uno de los mejores ejemplos de la gracia de Dios. El ladrón en la cruz fue salvado. La Biblia no habla mucho de él, pero puedes imaginarte: el no iba a la iglesia, no oraba, no era lector de la palabra. Era tan solo un ladrón. Pero él está en el cielo con Cristo ahora, en este justo momento.

Lo único que hizo el ladrón hizo fue, en sus últimos momentos de la vida, reconocer su culpa y la santidad de Cristo: “En nuestro caso, el castigo es justo, pues sufrimos lo que merecen nuestros delitos; éste, en cambio, no ha hecho nada malo”. (Lucas 23:41). Luego le pidió a Cristo su salvación: “Luego dijo: ‘Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino’.” (versículo 42).

Y Jesús prontamente respondió a su clamor y le dio la salvación: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso – le contestó Jesús”. (versículo 43).

No son las obras. No son las penitencias. Tampoco las oraciones largas y repetitivas que no provienen del alma. ¡No es más que gracia, la gracia inmerecida que recibimos de Dios cuando reconocemos quiénes somos y quién es Él! ¡Alabado sea el nombre del Señor!

Oración: Señor, estoy agradecido por tu salvación, que recibo sin mérito, solo por tu gracia y misericordia. Amén!

Versículo base: “Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte.” (NVI) Efésios 2: 8-9

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