El escudo de la fe

Un soldado de la época medieval con su escudo, espada y armadura

“El escudo puede ser tan importante para la victoria como la espada o la lanza”. La frase es de Charles Darwin, una de las mentes más brillantes, jamás conocidas hasta la fecha. Y aunque Charles Darwin se declaró ateo en el año 1880, me atrevo a tomar su frase para relacionarla con lo que dice la Biblia.

De origen anglicano, Darwin quería ser sacerdote. Sin embargo, comenzó a perder la fe a partir de su relación con John Herschel, con quien poco a poco fue abandonando su fe para pensar solo con la razón, siendo un ávido buscador de explicación para todo. En 1851, con la muerte de su pequeña hija Annie, abandonó a la iglesia y sucumbió. La declaración oficial de su ateísmo llegó a través de una carta escrita a su abogado, Francis McDermott, donde declaró: “Lamento informarle que no creo en la Biblia como una revelación divina, ni en Jesucristo como el hijo de Dios”.

Sin embargo, como dijo Darwin en su frase al inicio de esta reflexión, el escudo es fundamental para una victoria. Sin el escudo, el enemigo nos puede ferir. Y Darwin definitivamente abandonó el escudo de la fe, citado en Efesios 6. Cuando perdió su fe, Darwin estuvo expuesto a los ataques y mentiras del enemigo. ¡Y sucumbió!

Tener fe no significa nunca renunciar a la razón. San Agustín dijo: “La fe y la razón caminan juntas, pero la fe va más lejos”. Hay momentos en los que podemos y debemos hacer uso de la razón. En otros, sin embargo, debe prevalecer la fe. La razón nunca explicará la omnisciencia y omnipresencia de Dios. Nunca explicará la resurrección de Jesucristo. Tampoco explicará la vida eterna. Por eso, en la guerra de la vida, debemos llevar siempre el escudo de la fe.

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Oración: Señor, no quiero estar en la guerra de la vida sin el escudo de la fe. No quiere ser golpeado por los dardos del enemigo y sucumbir. Ayúdame a perseverar en la fe. ¡Amén!

Versículo base: Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza. Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidos por la coraza de justicia, y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz. Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno. Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.(NVI) Efésios 6:13-17

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