Decisiones basadas en mentiras
La Operación Mincemeat (“Carne Picada”) fue una astuta estrategia de guerra utilizada por los británicos en abril de 1943. Ese mismo mes, algunos pescadores de sardinas encontraron en el mar un cuerpo ya en descomposición de un oficial británico. Junto al cuerpo había un maletín encadenado a su brazo, que contenía documentos oficiales británicos y la identidad del fallecido: William Martin. En documentos oficiales, información e intercambio de mensajes entre dos espías, sobre una inminente invasión aliada a través del mar Mediterráneo desde Grecia y Cerdeña, regiones dominadas por los nazis. Con esto, el ejército alemán se movilizó y envió grandes cantidades de tropas a Grecia, para resistir la inminente invasión.
La verdad, sin embargo, es que William Martin nunca existió. El cuerpo encontrado por los pescadores era en realidad un mendigo inglés cuyo cadáver había sido sacado directamente de una morgue de Londres. Sus documentos eran falsos, al igual que el intercambio de mensajes y documentos en su maletín. Con esto, los nazis desplazaron a un gran número de soldados a una región que no era objetivo del enemigo. Como resultado, la región de la Sicilia fue invadida por los aliados y se salvaron las vidas de miles de soldados británicos, canadienses y estadounidenses.
Es peligroso tomar decisiones basadas en mentiras. Y es por eso que nuestro enemigo, el diablo, se llama el padre de la mentira. Porque es con sus engaños que nos lleva a tomar decisiones equivocadas. “No es de extrañar, porque el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz“, 2 Corintios 11:14. Por eso debemos tener cuidado con las ideas y pensamientos que nos vienen a la mente, y antes de tomar decisiones al respecto, asegurarnos de que no sea una mentira del enemigo.
Oración: Señor, no quiero tomar decisiones basadas en las mentiras del enemigo. Ayúdame siempre a conocer la verdad y decidir según tu voluntad. ¡Amén!
Versículo base: Tales individuos son falsos apóstoles, obreros estafadores, que se disfrazan de apóstoles de Cristo. Y no es de extrañar, ya que Satanás mismo se disfraza de ángel de luz. Por eso no es de sorprenderse que sus servidores se disfracen de servidores de la justicia. Su fin corresponderá con lo que merecen sus acciones. (NVI) 2 Coríntios 11:13-15