Alégrense con los que están alegres

En 1937, la actriz Alice Brady ganaría el premio Oscar a la mejor actriz de reparto. Sin embargo, decidió no asistir a la ceremonia de los Oscar y sucedió algo inusual. Al ser anunciado el nombre de la actriz, un hombre se presentó a recibir el premio en su lugar, que en ese momento, aún no era la famosa estatuilla, sino una placa. El caso es que el hombre era un completo desconocido. Recibió el premio y desapareció. Nadie pudo identificar quién era este hombre y la placa premiada nunca se volvió a encontrar.

Aunque es curioso pensar que alguien puede estar satisfecho con el premio que le pertenece a otro, es muy común sentir el deseo de lograr las cosas que otro ha logrado. Sin embargo, se convierte en un problema grave cuando las conquistas de los demás, te afectan emocionalmente.

Cuando sienta el deseo de tener algo que otra persona tiene, no se deje impresionar por ello. Este sentimiento es natural. Sin embargo, no dejes que ese sentimiento te domine. En cambio, trate de reemplazar todos y cada uno de los malos sentimientos con las conquistas del otro por empatía y alegría, por las cosas que esa persona ha logrado. Siente la alegría del otro como si fuera tuya.

En el versículo de hoy, el apóstol Pablo en su carta a los Romanos nos pide que nos alegremos con los que se alegran y lloremos con los que lloran. Confieso que a veces es más fácil llorar con los que lloran que alegrarse con los que se alegran. Es más fácil sentir tristeza por el dolor del otro que una sincera alegria por sus conquistas. Y si eso sucede, es importante revisar el corazón.

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Oración: Señor, siempre quiero alegrarme por los logros de los demás y no dejar que un sentimiento de frustración o envidia se apodere de mí. ¡Amén!

Versículo base: Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran. (NVI) Romanos 12:15