“Tengo una bomba en mi maleta”

Una bomba. Salmos 37:5

Este es uno de los mayores misterios sin resolver de la historia. En 1971, un hombre bien vestido, con un traje negro y un maletín, abordó un avión para la ruta Portland-Seattle. Se sentó en la última fila del avión y pidió una bebida. Inmediatamente después del despegue, el hombre le entrega un papel a la asistente de vuelo. Pensando que era un “piropo”, la azafata toma la nota y se la guarda en el bolsillo. El hombre entonces insiste: “Lee la nota, por favor”. La nota decía: “Tengo una bomba en mi maleta”. Y mientras la asistente de vuelo leía la nota, el hombre abrió su maletín para confirmar su declaración.

La asistente de vuelo luego lleva el mensaje al capitán. Así, el avión aterrizó en Seattle, el hombre exigió un pago en efectivo de $ 200,000 dólares, liberó a los pasajeros y exigió que el avión despegara nuevamente hacia un destino que informaría cuál, cuando estuviesen en el aire. Finalmente, el avión voló hacia la Ciudad de México. Luego, el hombre abrió el compartimiento trasero del Boeing 727 y se lanzó en paracaídas, a 3000 metros de altura, por la noche, en las montañas del estado de Washington y nunca más fue visto. A pesar de años de investigación del FBI, el hombre, que tomó el vuelo con el nombre falso de Dan Cooper, nunca fue encontrado.

Una bomba en un avión ciertamente hace que cualquiera piense en cada movimiento. Al tener una bomba en el avión, Dan Cooper pudo hacer sus demandas y luego saltar sin ser molestado. Pero solo lo pudo hacer porque tenía una bomba.

Algunos problemas en nuestra vida son como esa bomba. Están ahí y nos condicionan, nos llevan a actuar de una forma que no nos gustaría. Porque no hay forma de tener paz cuando la bomba está ahí. Sin embargo, diferente a la tripulación de aquel vuelo, nosotros tenemos la opción de entregar esta “bomba” a Dios y descansar en Él. No podemos permitir que nuestros problemas condicionen nuestras acciones y nuestro pensamiento. “Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él actuará.”, Salmo 37: 5.

Oración: Señor, quiero entregarte mis problemas, para que ellos no me condicionen y me lleven hacer cosas que no quiero hacer. ¡Amén!

Versículo base: Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él actuará. Hará que tu justicia resplandezca como el alba; tu justa causa, como el sol de mediodía. Guarda silencio ante el Señor, y espera en él con paciencia; no te irrites ante el éxito de otros, de los que maquinan planes malvados. Refrena tu enojo, abandona la ira; no te irrites, pues esto conduce al mal. Porque los impíos serán exterminados, pero los que esperan en el Señor heredarán la tierra. (NVI) Salmos 37:5-9

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