Si alguno tiene oídos para oír, ¡que oiga!
Ocurrió en Brasil, en una ciudad llamada Registro, en el interior de São Paulo. Un anciano, de 82 años, habría acudido a un taller mecánico para que le revisaran el coche. El lugar estaba cerrado, pero le preguntó a un vecino de una casa cercana el horario en que estaría abierto el taller. Esta persona lo habría ignorado y el anciano entonces preguntó:
– “¿Estás sordo?”
En ese momento, el hombre salió de su residencia, y agredió al anciano, tomándolo por el cuello y arrojándolo contra unas llantas que estaban en el suelo. Luego, le patéo al anciano, que ya había caído, entre gritos de “viejo asqueroso”. Como resultado, el anciano se rompió el fémur y murió dos días después.
Ante tanta barbarie y violencia contra un anciano, me detengo en su pregunta: “¿Estás sordo?” Y mi respuesta es: “sí, estamos sordos. Has muerto por la sordera de la humanidad.”
La humanidad está sorda para escuchar la voz de Dios. Estamos sordos a la necesidad del prójimo, sumergidos en nuestro propio egoísmo. Estamos completamente sordos a la voz de Dios, que nos llama al arrepentimiento y a la transformación. O tal vez, nuestra sordera sea selectiva. Porque estamos sordos a un grito de auxilio, pero con oídos muy atentos a una ofensa, para luego vengarnos de ella.
Pero en este mundo lleno de sordos, las ovejas de Cristo escuchamos la voz de nuestro pastor. “Mis ovejas oyen Mi voz; Yo las conozco y me siguen”, Juan 10:27. Y nuestros oídos están atentos a lo que aprendemos en la palabra: “El que oye Mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación , sino que ha pasado de muerte a vida”. Juan 5:24. Y por eso, no cerramos nuestros oídos al clamor de los necesitados, porque sabemos que “El que cierra su oído al clamor del pobre, También él clamará y no recibirá respuesta.”, Proverbios 21:13.
Termino preguntando una vez más: “¿Estás sordo?“.
Si alguno tienes oídos para oír, ¡que oiga!
Oración: Señor, no quiero ser sordo a la necesidad de mi prójimo. Yo también quiero tener oídos para oír tu palabra y aprender de ella, para poder tener vida eterna. Amén.
Versículo base: Si alguno tiene oídos para oír, que oiga (NBA2005) Marcos 4:23