Secuencia de errores
Si eres un lector frecuente de Hora de Orar, sabes que ya he hablado de muchos accidentes aéreos en mis reflexiones. Y hago esto porque los accidentes aéreos son muy ilustrativos cuanto a la vida. Todo lo que sucede en un accidente aéreo es muy similar a las situaciones de nuestra vida. Por otro lado, soy un ferviente “estudiante” de accidentes aéreos. En cada accidente aéreo que ocurre, no descanso de leer todo que sale sobre el mismo, hasta que entiendo por qué sucedió.
Una idea unánime entre los especialistas en accidentes aéreos es esta: los accidentes aéreos son una secuencia de errores que se suman. Ningún avión se estrella por una sola razón. A veces, la suma de pequeños errores o pequeñas fallas, por insignificantes que sean si se analizan de forma aislada, son responsables de una gran tragedia.
Por eso afirmo, eso se parece mucho a nuestra vida. Nadie tiene sobrepeso solo porque ama comer dulces. Ciertamente, la falta de ejercicios físicos, comer fuera de horario, ansiedad y muchos otros factores contribuyen a su sobrepeso. Si no eres promovido, no es solo porque tu caes mal a tu jefe. Seguro, otros factores como llegar tarde, la falta de proactividad, timidez u otros puntos importantes de su desempeño terminan sumando a la decisión de no promocionarlo. Y la falta de interés en las cosas de Dios también no proviene solo del hecho de que no te gusta ir a la iglesia. Proviene de no leer la Biblia a diario, no orar y de alimentarse de videos, películas, libros y contenido que moldean sus pensamientos en contra Dios y de la iglesia.
La reflexión de hoy es una invitación a observar las pequeñas cosas. La suma de ellas nos trae un resultado que no queremos. Cambiarlos gradualmente nos permitirá avanzar y crecer.
Oración: Señor, quiero aprender a ser consciente de las pequeñas cosas y las pequeñas actitudes que no me permiten alcanzar mis metas. Amén.
Versículo base: ¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente! Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. y de multiplicar mis pecados. Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío. (NVI) Salmos 19:12-14