Salar de Uyuni

Salar de Uyuni, en Bolivia. Salmos 19:1

Imagínese ver un pedazo del mismo cielo aquí en la tierra. No puedo imaginar cómo será el cielo, pero creo que Dios ha colocado “pedazos” de él aquí en la tierra. Como alguien que quiere darnos “pistas” sobre cómo será. Y si eso es cierto, el “Salar de Uyuni” en Bolivia puede ser uno de lugares.

Todavía no he tenido el privilegio de visitar este lugar, pero espero que algún día pueda hacerlo. El Salar de Uyuni es el desierto de sal más grande del mundo, con más de 10,000 kilómetros cuadrados. Se ubica en el suroeste de Bolivia entre los estados de Potosí y Oruro. Cuando llueve, el agua acumulada en la superficie del salar forma un espejo que, en las condiciones adecuadas de viento y luz, refleja el cielo mismo de una manera impresionantemente hermosa. La imagen de esta reflexión es del Salar de Uyuni en uno de estos momentos.

Siempre que veo algo así, es imposible no recordar la palabra de Dios que dice “Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos.”, Salmo 19: 1. Y cuando alguien trata de ridiculizarme por mi fe, recuerdo Romanos 1, en el versículo 20 que dice que “desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó”. Y mire el final de este versículo que dice, “de modo que nadie tiene excusa”.

¡La creación GRITA la existencia de Dios! Aunque no tuviéramos la Biblia, la palabra de la verdad, la creación misma es la manifestación más pura y clara de la existencia de nuestro Dios y quien la ignore es “inexcusable”. ¡Por eso mi fe no se tambalea!

Si un amanecer, el crepúsculo, la lluvia, las montañas, la luz del sol o el mar no te convencen de la gloria de Dios, es posible que ¡tampoco la Biblia lo haga!

Oración: Señor, te veo en la creación. Veo tu gloria manifestada a través de las cosas que han sido creadas. Y me basta ver el cielo azul para creer en ti. ¡Amén!

Versículo base: Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos. Un día comparte al otro la noticia, una noche a la otra se lo hace saber. Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible, por toda la tierra resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! un pabellón para el sol. Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino. (NVI) Salmos 19:1-5

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