Renuncie a todo, pero jamás renuncie a la oración
Renuncie a todo, pero jamás renuncie a la oración. ¿Por qué? Porque el que no renuncia a la oración, no renuncia a más nada.
Es en la oración que encontramos la fuerza para superar cualquier adversidad. El que ora, el que busca a Dios todos los días, no se rinde con su familia, no se da por vencido en su ministerio, no queda caído en la lucha contra una enfermedad. Renunciar a la oración es la más peligrosa de todas las decisiones. Porque quien deja de orar, termina por dejarlo todo.
En el salmo de hoy, dice que “Los justos claman, y el Señor los oye; los libra de todas sus angustias”. Si creo que la Biblia es la palabra de Dios, debo creer que cuando el justo clama, el Señor lo libra de la angustia. Entonces yo clamo a Dios, no renuncio a la oración, porque ahí es donde encuentro la fuerza para no renunciar a nada
Oración: Señor, quiero buscarte en oración todos los días. No renuncio a la oración, y así, no renuncio a la familia, al trabajo o a mi ministerio. ¡Amén!
Versículo base: Los justos claman, y el Señor los oye; los libra de todas sus angustias. El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido. Muchas son las angustias del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas; le protegerá todos los huesos, y ni uno solo le quebrarán. (NVI) Salmos 34:17-20