Practicando la apologética

La apologética es la defensa de la fe y las enseñanzas del evangelio contra sus detractores. Es decir, desde la razón y el conocimiento, no permitir que el evangelio, nuestra fe o creencias sean atacadas o tergiversadas. Así que cada vez que uno de nosotros levanta la voz en defensa de la palabra de Dios contra sectas, herejías o simples ataques, estamos practicando la apologética.

Sin embargo, hay algo que todo cristiano necesita saber. La manera correcta de practicar la apologética. En 2ª Timoteo, capítulo 2, encontramos algunas pautas del apóstol Pablo: “un siervo del Señor no debe andar peleando; más bien, debe ser amable con todos, capaz de enseñar y no propenso a irritarse. Así, humildemente, debe corregir a los adversarios, con la esperanza de que Dios les conceda el arrepentimiento para conocer la verdad“.

Traduciendo al buen español, lo que Pablo quiere decir es: no seas pendenciero. En defensa del evangelio, nunca podemos usar palabras de odio, ataques o agresión. Por el contrario, nuestra palabra debe ir acompañada de amor, bondad, mansedumbre y dominio propio. El verdadero cristiano practica la apologética manifestando a Cristo con sus palabras y también con sus acciones.

Oración: Señor, quiero defender las verdades del evangelio sin convertirme en un grosero, ofensivo y agresivo. Quiero hacerlo con amor, mansedumbre y dominio propio. ¡Amén!

Versículo base: Y un siervo del Señor no debe andar peleando; más bien, debe ser amable con todos, capaz de enseñar y no propenso a irritarse. Así, humildemente, debe corregir a los adversarios, con la esperanza de que Dios les conceda el arrepentimiento para conocer la verdad, de modo que se despierten y escapen de la trampa en que el diablo los tiene cautivos, sumisos a su voluntad. (NVI) 2 Timoteo 2:24-26