Perdiendo la autoridad

Ocurrió en noviembre de 2023, al norte de Brasil. Un jefe de policía estuvo involucrado en un accidente de tránsito. Él discute con una mujer y de pronto, le da una fuerte bofetada, ataque que fue filmado con un celular, por una persona que pasaba.

La agresión le costó mucho al jefe de policía: el gobernador del departamento ordenó su destitución inmediata de sus actividades como policía y además, fue detenido.

Esta sencilla historia de la vida real ilustra algo importante: nuestras actitudes nos quitan toda autoridad. Así como el jefe de policía perdió su estatus de autoridad cuando abofeteó a una mujer, tú y yo perdemos autoridad frente a nuestra familia, amigos y en el trabajo, debido a nuestras actitudes.

Si miento delante de mis hijos, pierdo mi autoridad como padre para enseñarles a no mentir. Si le grito a mi esposa, pierdo la autoridad para decirles a mis hijos que no le griten. Si una esposa no respeta a su marido, pierde la autoridad ante sus hijos para exigirles que respeten a su padre. Toda autoridad se desmorona cuando mis actitudes son contrarias a lo que se espera de ella.

Un oficial de policía existe para proteger a las buenas personas de los criminales. No existe para agredir a una mujer en una discusión en el tráfico.

Reflexiona ahora: ¿Qué actitudes te han quitado autoridad? ¿Qué necesitas cambiar en tu comportamiento? ¿Te consideras un ejemplo para tus hijos, amigos o familiares?

Oración: Señor, que no pierda autoridad por mis actitudes. Quiero ser un ejemplo en mi hablar y accionar. Amén.

Versículo base: Del mismo modo, anima a los hombres jóvenes a vivir sabiamente. Y sé tú mismo un ejemplo para ellos al hacer todo tipo de buenas acciones. Que todo lo que hagas refleje la integridad y la seriedad de tu enseñanza. Enseña la verdad, para que no puedan criticar tu enseñanza. Entonces los que se nos oponen quedarán avergonzados y no tendrán nada malo que decir de nosotros. (NTV) Tito 2:6-8