“Oye, idiota, meteme a la cancha”

Sucedió en las finales del Super Bowl de este año, entre los Kansas City Chiefs y San Francisco. Una escena capturada por las cámaras de transmisión del partido, mostró al jugador de Kansas, Travis Kelce, gritándole a su entrenador. Con el uso de técnicas de lectura de labios, fue posible comprender las palabras del jugador. El dijo:
– “¡Oye idiota, méteme a la cancha!”

Me quede pensando que muchos de nosotros actuamos de la misma manera con Dios. No aceptamos la autoridad de Dios sobre nuestras vidas, no reconocemos su guía y orientación, o no nos gusta la forma en que hace las cosas y quizás, sin usar las mismas palabras, decimos:
-“Oye idiota, méteme a la cancha. Déjame hacerlo a mi manera.”

Cualquiera que cuestione a Dios, su soberanía, sabiduría y poder, se alejará de Él. A veces, personas comentan las reflexiones de Hora de Orar, o envían mensajes llenas de odio contra Dios. Y se hace evidente el punto central de su odio: no están de acuerdo con Dios ni con su palabra. Sus limitaciones mentales, sus prejuicios, sus corazones contaminados por sus propias experiencias y opiniones, les impiden ver y reconocer la soberanía de su creador.

Si no reconocemos la soberanía de Dios, no lo respetaremos. Muchos piensan que Dios es su títere de deseos, que existe para satisfacer sus voluntades. Y le dicen: “Oye, idiota, haga lo que quiero”.

Deuteronomio 10, en el versículo 17 dice que “Él es el Dios soberano de todos los dioses, de todos los reyes y de todas las naciones. Su poder hace temblar a todo el mundo. Cuando él toma una decisión, lo hace con justicia y nadie lo puede sobornar.”. Y si nadie lo puede sobornar a Dios, mucho menos podrá atacarlo o amenazarlo. ¿Qué podrá hacer un simple mortal, como tú o como yo, ante la soberanía del creador?

Oración: Señor, reconozco tu soberanía. Haz conmigo lo que quieras. No soy nadie para decirte qué hacer o cómo hacerlo. Amén.

Versículo base: Él es el Dios soberano de todos los dioses, de todos los reyes y de todas las naciones. Su poder hace temblar a todo el mundo. Cuando él toma una decisión, lo hace con justicia y nadie lo puede sobornar. (NTLH) Deuteronomio 10:17

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