Orgullo: el pecado original

El orgullo fue el pecado original. Tanto en el cielo, cuando el ángel Lucifer quería un trono por encima del trono de Dios (Isaías 14: 12-15), como cuando Adán y Eva querían ser iguales a Dios y conocer el bien y el mal (Génesis 3: 5).
Mi esposa dice que yo soy orgulloso y que este es mi mayor defecto. Y como no estoy de acuerdo con ella, es muy probable que ella tenga razón. Porque los orgullosos no reconocen que son orgullosos. Sin embargo, hay que tener mucho cuidado con el orgullo. Porque a partir del orgullo, nace otra multitud de pecados. El orgullo puede conducir a pecados como la soberbia, el desprecio, la indiferencia e incluso pecados peores, como el robo, el engaño, la envidia y la mentira.
¿Pero cómo abandonar el orgullo? Bueno, lo que intento yo hacer es:
1. Reconocer que soy orgulloso (fundamental)
2. Ver las cualidades de los demás e ignorar sus defectos.
3. Aprender a escuchar
4. Estar dispuesto a servir
5. Cuando necesario, pedir perdón.
Recuerde: los frutos del orgullo son el dolor y el odio. Los frutos de la humildad son el amor y el respeto.
Oración: Señor, ayúdame a vencer el orgullo y ser más humilde, porque los frutos de la humildad son el amor y el respeto. Amén!
Versículo base: “ El altivo será humillado, pero el humilde será enaltecido.” (NVI) Provérbios 29: 23