Olvidamos que hemos sido perdonados

Irán es uno de los países del mundo que más condena personas a la pena de muerte. En especial los asesinos suelen ser condenados a muerte en la horca. Y la tradición permite que un familiar de la víctima se encargue de patear la silla donde están los pies del acusado, provocando su muerte. Sin embargo, todavía hay una oportunidad para los condenados: ser perdonados. Cuando el familiar de la víctima del asesinato decide, en el momento de la ejecución, no patear la silla y perdonar al condenado, la sentencia fatal no se cumple. Eso fue lo que pasó en la secuencia de imágenes en destaque de esta reflexión. La madre de la víctima del asesinato perdonó a su asesino. En la última imagen podemos ver la madre de la víctima llorando junto a la madre del acusado.

¡Ah, el perdón! Qué difícil es perdonar. Pero solo es difícil porque olvidamos que también nosotros hemos sido perdonados.

Olvidamos que ya hemos sido perdonados. Olvidamos que teníamos una deuda impagable, que merecíamos la muerte y que fuimos alcanzados por el perdón recibido en la cruz. ¿Cómo entonces no perdonar? ¿Cómo no perdonar a mi prójimo?

Cuando considero que la culpa de mi hermano es mayor que cualquier pecado que haya cometido yo ante Dios, estoy diciendo que ni siquiera la muerte de Jesús en la cruz sería suficiente para pagar la culpa de mi hermano en mi contra. Por eso Jesús fue tan directo al decir: “Si no perdonas, tu Padre que está en los cielos tampoco perdonará tus pecados” (Marcos 11:26). Cuando no perdono, trato como insuficiente la muerte de Cristo.

Cuando alguien haga algo en su contra, no olvide que ya has sido perdonado. Y que ninguna culpa puede ser mayor que todas tus faltas, ya perdonadas en la cruz.

Oración: Señor, quiero aprender a perdonar porque sé que ya he sido perdonado por ti. ¡Amén!

Versículo base: Porque si ustedes no perdonan, tampoco su Padre que está en los cielos les perdonará a ustedes sus ofensas. (RVC) Marcos 11:26