No renuncies a tu propósito
Fue en un 11 de febrero, como hoy, en 1990, que Nelson Mandela salió de la cárcel, donde estuvo por 28 años. En prisión, fue constantemente agredido verbal y físicamente por policías racistas. En sus primeros 18 años en la cárcel, estuvo en una celda de 2,4 x 2 metros y dormía sobre una alfombra de paja. Tenía derecho a recibir tan solo una visita y una carta cada 6 meses. Más tarde, padeció tuberculosis, agravada por la humedad en su celda.
Solo puedo pensar que Mandela tenía todo para renunciar. Su perseverancia fue probada al máximo. Pudo haber deseado morir en la cárcel o abandonar la lucha que lo había enviado a ese terrible lugar durante tanto tiempo. Pero no se rindió. Finalmente, con el fin del apartheid, llegó la primera elección no racial de Sudáfrica, donde Nelson Mandela fue elegido presidente del país y pudo luchar por los cambios en los que siempre creyó.
Mandela nunca se rindió porque tenía claridad de su misión y propósito en este mundo. Tenía un deber a cumplir y ni siquiera 28 años de prisión fueron suficientes para que pensara en dejar de hacerlo.
En 1996 Mandela dijo: “La muerte es inevitable. Cuando un hombre ha hecho lo que considera su deber para con su pueblo y su país, puede descansar en paz. Creo que he hecho este esfuerzo, y por eso, entonces, dormiré por la eternidad.” Palabras muy similares a las de Pablo en su carta a Timóteo: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe.” 2 Timoteo 4: 7
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Oración: Señor, no quiero renunciar a mi misión y propósito en este mundo. Quiero resistir hasta el final, no importa lo difícil que sea. ¡Amén!
Versículo base: Todavia, não me importo, nem considero a minha vida de valor algum para mim mesmo, se tão-somente puder terminar a corrida e completar o ministério que o Senhor Jesus me confiou, de testemunhar do evangelho da graça de Deus. (NVI) Hechos 20:24