No queremos ir al cielo

Puerta del cielo. Apocalipsis 21:4

Mi mamá siempre cuenta una historia de cuando yo era niño. Un domingo, escuché en la Escuela Bíblica Dominical una descripción del cielo, donde decía que allí no habría noche y, por lo tanto, que no iríamos necesitar dormir (Apocalipsis 22:5). Entonces, ese mismo domingo, cuando mi mamá fue a orar conmigo antes de dormir, le dije: “Mamá, si es verdad que no hay noche en el cielo, no quiero ir para allá, ¡porque es muy rico dormir!” También uno de mis hijos hace un tiempo me dijo que no quería ir al cielo, “porque allí solo cantaremos y adoraremos a Dios y no habrá nada más que hacer. Será aburrido!”.

Sin embargo, no querer ir al cielo no es algo exclusivo de los niños. Muchos verdaderamente no anhelamos ir al cielo o, al menos, no lo soñamos o deseamos, básicamente por tres razones:

  1. Estamos muy apegados a los placeres de este mundo: el fútbol, ​​el Netflix, la comida, las redes sociales y todo lo que alimenta nuestra carne no tendrá un lugar en el cielo, y por esta razón, no nos parece ser un lugar interesante. Pero sucede porque aún somos carnales.
  2. Todavía tenemos muchos planes: todavía hay proyectos por completar, objetivos por cumplir, niños por crear y muchas otras cosas por completar.
  3. No logramos imaginar cómo será: es imposible imaginar cómo será el cielo. Porque nuestras mentes humanas y carnales son extremadamente limitadas a todo lo que ya conocemos. Y el cielo es totalmente diferente de todo lo que podamos imaginar.

Así que hoy quiero ayudarte a tener otra perspectiva. Piensa que el cielo fue diseñado por Dios, el mismo Dios que creó el planeta tierra y toda la hermosa creación que conocemos aquí. ¿Haría Dios su propia morada eterna, algo peor o menos rica en detalles que nuestro planeta? Por otro lado, la Biblia habla de un lugar donde “no habrá muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor” (Apocalipsis 21: 4). ¿Te imaginas eso? ¿Un lugar sin enfermedades, sin tristeza, sin divorcios, sin peleas y sin nada que traiga sufrimiento? ¡Solo puede ser un lugar increíble!

Por eso, aun sin ser capaz de, con mi mente humana, comprender o imaginar cómo será, estar allí en el cielo, con mi Señor, es mi más grande deseo.

Oración: Amado padre, ¡no puedo imaginar cómo será el cielo! ¡Pero creo que has preparado un lugar maravilloso para recibir a los que te aman! Amén!

Versículo base: Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir.“. (NVI) Apocalipsis 21: 4

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