Lo que no se puede privatizar

La firma del contrato de compra de una casa. Efesios 2:4

Es interesante notar que, a pesar de tantas diferencias entre clases sociales, algunas cosas siguen siendo universales y pertenecen a todos los seres humanos. Sin embargo, son solo las cosas que el hombre no ha podido “tomar pose” y privatizar. Todo lo que es material, el hombre puede tomar, registrar y determinar un “dueño”: la tierra, el oro, el agua y los animales pueden tener un dueño. Pero todavía hay cosas que el hombre no ha podido “privatizar”.

El día tiene 24 horas para todos nosotros, ricos o pobres. El sol brilla para todos, seas tu famoso o no. El aire que respiramos aún no se ha privatizado. Y finalmente, todos moriremos, celebridades y desconocidos, ricos o pobres. El tiempo, el sol, el aire y la muerte no se pueden “registrar”. No es posible aumentar las horas del día a nadie, no podemos apuntar el sol a unos pocos, ni siquiera privatizar el oxígeno. Y la tan temida muerte nos pertenece a todos y no podemos evitarla.

Sin embargo, hay algo mucho más grande que también es accesible para todos los seres humanos, sin importar su estatus social, raza, color o nacionalidad: el amor y la misericordia de Dios. “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!“, Efesios 2: 4-5.

El amor y la misericordia de Dios están disponibles. Cualquier ser humano puede tener acceso, sin importar su pasado o el estrato social. Alabado sea nuestro Dios por su eterno amor y misericordia.

Oración: Señor, te agradezco por tu amor y misericordia, a los que todos tenemos acceso. ¡Amén!

Versículo base: Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados! Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales, para mostrar en los tiempos venideros la incomparable riqueza de su gracia, que por su bondad derramó sobre nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte. (NVI) Efésios 2: 4-9

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