Líbrense de toda furia, enojo y palabras ásperas

Ocurrió en 1810 en París, Francia. El famoso compositor Ludwig van Beethoven, conocido por su mal genio, estaba dirigiendo su orquesta cuando de repente dejó de dirigirla, visiblemente irritado. Pronto, comenzó a gritarles a los músicos, acusándolos de desafinar y arruinar su música. Sin embargo, lo que Beethoven no sabía en ese momento, era que estaba quedando sordo. Su pérdida auditiva gradual estaba afectando su capacidad para escuchar y percibir los sonidos correctamente. Su frustración, en realidad, era porque no podía distinguir los sonidos de la orquesta como solía hacerlo.

Esta historia me recuerda que hay muchas veces que tengo una reacción negativa con las personas que me rodean, pensando que están actuando mal, cuando en realidad, el problema está en mí. Es por mi estrés que me enojo con mi hijo o mi esposa. Por mis preocupaciones en el trabajo, olvidé ir al supermercado, pero luego culpo a mi esposa por que no hay huevos para el desayuno. Es porque llego a casa irritado, que tengo reacciones negativas y no por lo que realmente sucedió cuando llegué.

La reflexión de hoy es una invitación a estar más atento a tus propias reacciones, para entender si tu indignación, irritación o mal humor no está en ti mismo, y no en lo que sucede a tu alrededor.

Finalmente, en Efesios 4, versículo 31, Pablo nos dice: “Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta”. La indignación y el enojo no deben ser parte de la vida de un cristiano y debemos deshacernos de ellos.

Oración: Señor, mi deseo es vivir libre de indignación, ira y del mal genio. Revélame qué hay en mí que altera mi estado de ánimo, para que pueda aprender a dominarlo. Amén.

Versículo base: Los necios dan rienda suelta a su enojo, pero los sabios calladamente lo controlan. (NVI) Proverbios 29:11