Líbrame, oh Señor, del hombre malo

Ocurrió el 26 de enero de 2005, en California, Estados Unidos. Un hombre llamado Juan Manuel Álvarez quiso suicidarse y estacionó su auto en las vías del tren que conectaba la ciudad de Glendale con Los Ángeles. Sin embargo, segundos antes del impacto, se arrepintió y trató de sacar el auto de la vía, pero este comenzó a patinar sobre las piedras mojadas del camino. Luego salió del auto para salvarse. El tren chocó con el vehículo y descarriló, provocando la muerte de 11 personas y más de 100 heridos. Juan Manuel Álvarez fue detenido y condenado a 11 cadenas perpetuas.

Una gran verdad de esta vida: podemos sufrir consecuencias por las decisiones de otras personas. Y si la vida se puede comparar con un tren, no sabemos qué obstáculos pondrá el enemigo en nuestro camino. Sabiendo esto, el salmista pidió a Dios: “Líbrame, oh Señor, de los hombres malignos; Guárdame de los hombres violentos, Que traman maldades en su corazón; Que cada día provocan guerras”.

Y si es cierto que podemos sufrir las consecuencias de las decisiones de los demás, más cierto es que Dios puede librarme de todas ellas. Finalmente, Dios es Señor, soberano sobre todo lo que sucede en este mundo. Por eso, como el salmista, también decido pedirle que me proteja del mal y de la violencia. El tren de mi vida lo conduce el Señor y, si Él quiere, me librará de los obstáculos que se pongan en el camino.

Oración: Señor, sé que en este mundo estoy sujeto a las buenas y malas decisiones de las personas que me rodean, conocidas o desconocidas. Pero también sé que puedes sacarme de cualquier situación de peligro, si esa es tu voluntad. Por eso clamo a ti, líbrame Señor de la acción del hombre malo. Amén.

Texto base: Líbrame, oh Señor, de los hombres malignos; Guárdame de los hombres violentos, Que traman maldades en su corazón; Que cada día provocan guerras. (NBA2005) Salmos 140:1-2