La trilogía de la redención
Jesús solía sentarse a comer con “pecadores”. Esto era una afrenta a los líderes de los fariseos. Era difícil para un fariseo imaginar que el Mesías vendría y no elegiría compartir sus días con ellos, sino con los gentiles, los recaudadores de impuestos, los lisiados, los leprosos y la multitud en general. A estos, los fariseos los llamaban “pecadores”, y de hecho lo eran, pero no menos que los mismos fariseos, quienes no estaban conscientes de su pecado.
Al percatarse del hecho de que sentarse con los “pecadores”, era algo que muchos no entendían, Jesús decide contar algunas parábolas y nos regala una trilogía, (3 historias), que se conocen como la Trilogía de la redención, es decir, del rescate, de la salvación de los que se habían perdido. Estas 3 historias son: el hijo pródigo, la oveja perdida y la moneda perdida. Estas 3 parábolas están registradas en el mismo capítulo de Lucas 15. Las parábolas del hijo pródigo y de la moneda perdida no están registradas en ninguno de los otros evangelios, mientras que la parábola de la oveja perdida también se encuentra en Mateo, en el capítulo 18.
Hay puntos en común en las 3 parábolas, como también hay valiosas particularidades en cada una de ellas. Los principales puntos en común, que podría destacar aquí son:
- Algo o alguien se pierde: la oveja perdida, la moneda perdida o el hijo que abandonó a su padre, representan a los que están perdidos, lejos de Dios y de sus caminos. Ya sea por voluntad propia, como el hijo pródigo, por descuido, como la moneda o por casualidad de la vida, como la oveja, son muchos los que se pierden y necesitan ser rescatados.
- Hay amor por los perdidos: el pastor se preocupó por su oveja al punto de dejar otras 99 para buscarla, la mujer hizo todo lo posible por encontrar su moneda y el padre, ansiosamente esperaba el regreso del hijo pródigo. En estas parábolas, solo puedo encontrar amor por los perdidos en lugar de juicio o condenación.
- Hay fiesta y alegría en el arrepentimiento: el pastor celebró con sus vecinos por encontrar la oveja perdida, la mujer reunió a sus amigas para celebrar la moneda encontrada y el padre dio una fiesta para celebrar con todos el regreso de su hijo. Hay una fiesta en el cielo para cada pecador que se arrepiente, pero no siempre vemos el mismo gozo aquí en la tierra.
Al comienzo de esta reflexión, hablé de los fariseos. Estas parábolas eran para que pudieran entender el valor de cada uno que se pierde. Pero hoy, estas parábolas son para ti y para mí. Están aquí para recordarnos que muchos están perdidos, que debemos amarlos, rescatarlos y celebrar con ellos el gozo de la salvación.
Por eso te pregunto hoy: ¿qué has hecho para rescatar a los que están perdidos? ¿Qué harás con este amigo, familiar o compañero de trabajo que no conoce el amor de Cristo? ¿Ya has pensado que él podría pasar la eternidad en el infierno si simplemente te sientas y no haces nada?
Oración: Señor, quiero amar a cada alma perdida. Quiero hacer lo que pueda, para que nadie se pierda. Muéstrame Señor qué debo hacer. Amén.
Versículo base: Porque el Hijo del Hombre ha venido a salvar lo que se había perdido. Así, no es la voluntad del Padre que está en los cielos que se pierda uno de estos pequeñitos. (NBA2005) Mateo 18, versículos 11 y 14.