La negociación

Niña sentada con un globo de interrogación. Jeremias 33:3

En Génesis, capítulo 18, vemos uno de los relatos más interesantes de la Biblia. Incluso es divertido leer esta historia e imaginar la escena. Dios le comunica a Abraham que destruirá dos ciudades, Sodoma y Gomorra, debido a sus pecados. “Entonces el Señor le dijo a Abraham: El clamor contra Sodoma y Gomorra resulta ya insoportable, y su pecado es gravísimo. Por eso bajaré, a ver si realmente sus acciones son tan malas como el clamor contra ellas me lo indica; y si no, he de saberlo“, Génesis 18:20 y 21.

Abraham entonces comienza a “negociar” con Dios. “¿De veras vas a exterminar al justo junto con el malvado? Quizá haya cincuenta justos en la ciudad. ¿Exterminarás a todos, y no perdonarás a ese lugar por amor a los cincuenta justos que allí hay? ¡Lejos de ti el hacer tal cosa! ¿Matar al justo junto con el malvado, y que ambos sean tratados de la misma manera? ¡Jamás hagas tal cosa! Tú, que eres el Juez de toda la tierra, ¿no harás justicia?“(Génesis 23-25). Entonces Dios acepta sentarse a la mesa de negociaciones y responde: “Si encuentro cincuenta justos en Sodoma, por ellos perdonaré a toda la ciudad” (versículo 26).

La negociación se vuelve interesante, porque Abraham, preocupado en pensar ser posible que no hubiera 50 personas justas en las ciudades, comienza a reducir el número de personas. ¿Qué pasa si solo hay 45? ¿Y si solo hay 40? ¿Pero, y si solo hay 30? ¿Qué pasa si solo son 20? ¿Y si tan solo hay 10?

Hay muchas peculiaridades de esta historia, pero una de ellas, sin lugar a dudas, fue la paciencia de Dios con Abraham, respondiendo a cada solicitud, sin enojarse nunca. Y en todas ellas concedió la solicitud de Abram hasta llegar a los 10: “Por el bien de diez no la destruiré” (versículo 32)

Sin embargo, no había 10 personas justas en Sodoma y Gomorra. Lamentablemente eran apenas 4 los justos que allí habitavan. Me pregunto que hubiera pasado, si Abraham no terminara de negociar con los 10 justos. Veo en el versículo 33 que no fue Dios quien terminó las negociaciones, sino Abraham. El hecho es que Somodoma y Gomorra fueron destruidos, pero no antes de que Dios sacara a los 4 de la ciudad.

Esta historia me enseña que hay un Dios en el cielo, esperando negociar conmigo. Él está dispuesto a sentarse en la mesa de negociación y escuchar mis solicitudes con paciencia. Y no se enojará con mis peticiones.

Oración: Señor, sé que cada mañana me esperas pacientemente para hablar conmigo. Quiero, Señor, cada día, presentar mis necesidades ante ti. Amén!

Versículo base: “Así dice aquel cuyo nombre es el Señor, el que hizo la tierra, y la formó y la estableció con firmeza: ‘Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes’.” (NVI) Jeremias 33: 2-3

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