La fuerza del padre

Se dice que un cierto niño, muy pequeño, se esforzaba por mover un mueble pesado. Empujaba con todas sus fuerzas, pero el mueble no se movia ni una pulgada. Su padre se acercó y observó el esfuerzo inútil del pequeño. Entonces el padre preguntó:
– “Hijo, ¿estás usando toda tu fuerza?”
– “Sí papá, estoy usando toda mi fuerza”, respondió el pequeño.
– “No, no estás”, respondió con convicción su papá. “Porque todavia no pediste mi ayuda”.
Cuando no pedimos la ayuda del Padre, no estamos usando toda nuestra fuerza. Porque su fuerza es nuestra fuerza. ¿Por qué entonces insistir en luchar solo con nuestra propia fuerza, sin contar la mayor de todas las fuerzas?
Oración: Señor, tú eres mi fuerza. Confío en ti para enfrentar todas mis luchas. Amén!
Versículo base: “El Señor es mi fuerza y mi canto; ¡él es mi salvación! Gritos de júbilo y victoria resuenan en las casas de los justos: “¡La diestra del Señor realiza proezas! ¡La diestra del Señor es exaltada! ¡La diestra del Señor realiza proezas!” (NVI) Salmos 118: 14-16