Justo y misericordioso juez
Ocurrió el 7 de febrero de 1996 en la ciudad de Tampa, a unos 330 km al noroeste de Miami. Un automóvil es chocado por un camión en una intersección y tres jóvenes pierden la vida. Al investigar el accidente, se descubre que el mismo ocurrió porque la señal de STOP que debía estar allí había sido hurtada. Conforme avanzaba la investigación, fueron identificados otros 3 jóvenes, de entre 20 y 21 años, que robaban señales de tránsito en la región, para una particular “colección” que guardaban en sus casas. Finalmente, estos jóvenes fueron juzgados y condenados a 15 años de prisión. Al pronunciar la sentencia, el propio juez se echó a llorar. La ley indicaba que este juez podría aplicar la pena perpetua, si así lo quisiera. El juez, sin embargo, aplicó 30 años e los indultó en 15, condenando a los jóvenes a 15 años de prisión. En su sentencia explicó: “No creo ni por un minuto que hayan hurtado las señales con la intención de causar la muerte de nadie. Y para no desperdiciar otras tres vidas jóvenes más, además de las tres que murieron, los condeno a 30 años de prisión, indultando a 15 años“. Algunos familiares de los fallecidos, sin embargo, se mostraron indignados por el resultado del juicio, ya que esperaban una sentencia más dura.
En esta historia veo a un juez que intenta ser justo y, al mismo tiempo, misericordioso. No los liberó de la culpa, condenándoles a 30 años de prisión, pero mostró misericordia, cuando inmediatamente perdonó la mitad de la pena, es decir, 15 años. Y así también Dios ejerció justicia y misericordia sobre nuestras vidas. Pero a diferencia de este juez, Él se infligió la pena total, la pena máxima, que era la muerte, sobre sí mismo cuando envió a Cristo a este mundo para morir por nosotros. El juez de esta historia, aunque lo intentó, no pudo establecer la medida exacta de la justicia y la misericordia. ¡Pero nuestro Dios sí!
Mi mente humana no es capaz de comprender cuánto costó el sacrificio de Jesús en la cruz. Por más que busque ilustraciones o historias que puedan explicar tal acto de amor, siempre serán insuficientes. ¡Por eso, todo lo que puedo hacer es vivir una vida de gratitud y entrega total a Cristo! ¡Porque su gracia y misericordia me han alcanzado!
Oración: Señor, estoy eternamente agradecido por tu sacrificio en la cruz, donde obtuve gracia y misericordia. ¡Amén!
Versículo base: Él mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados, para que muramos al pecado y vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes han sido sanados. (NVI) 1 Pedro 2:24