Hay que decidir en el corazón

El 16 de septiembre de 2022, en Irán, murió una mujer llamada Mahsa Amini. Días antes, había sido arrestada y presuntamente golpeada por las autoridades por un delito: no usar el hiyab correctamente, dejando al descubierto mechones de cabello. Su muerte volvió a poner en el centro del debate las estrictas tradiciones islámicas. El país vive ahora protestas en particular contra una institución conocida como la “policía de la moralidad“, que se encarga de velar por el cumplimiento de sus leyes.

Algo muy valioso dado por Dios al hombre fue el libre albedrío. Vemos en Génesis que Dios caminó en el jardín de Edén al anochecer (Génesis 3:8), pero no vemos que Dios se quedó allí para “inspeccionar” o asegurarse de que Adán y Eva no pecaran. Tampoco vemos que Dios hizo que los ángeles arrestaran al rey David para que no pecara con Betsabé (2 Samuel 11). Ni siquiera hizo arrestar a Judas para que no traicionara a Jesús (Lucas 22).

No hay manera de seguir a Dios por la fuerza. No podemos obligar a nadie a amar a Dios y al prójimo como a sí mismo. Y mucho menos para cumplir con normas de vestimenta o alimentación. Es necesario que cada uno decida en su propio corazón. No es la “policía de la moralidad” la que nos hará cumplir los mandamientos de Dios a golpes.

La palabra nos pide “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente”. No nos dice “ama al Señor o la policía de la moralidad te castigará”. Es con el corazón, el alma y el entendimiento. Es por libre elección.

Oración: Señor, quiero elegir seguir tus mandamientos en mi corazón, en mi alma y en mi entendimiento. Porque recibí de ti la libertad de elegir. Y esa es mi elección. ¡Amén!

Versículo base: “–Áma al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente’ –le respondió Jesús–. Éste es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste: Áma a tu prójimo como a ti mismo.'”(NVI) Mateo 22:37-39