El Señor detesta los labios mentirosos

Se dice que una mujer entró en una carnicería a solo 5 minutos de terminar el servicio. Le preguntó al carnicero:
– “¿Tiene pollo?”
El carnicero miró rápidamente en el congelador y vio que quedaba un último pollo.
– “Sí, tenemos.”
Tomó el pollo, lo puso en la báscula y pesaba 1,5 kg.
La mujer preguntó:
– “¿No tiene un pollo más grande?”
El carnicero volvió a llevar el pollo al congelador y luego regresó con el mismo pollo, ya que era el último.
Al ponerlo en la báscula, presionó el dedo para que marcara 2 kg. Luego le preguntó a la clienta:
– “¿Está bien este?”
Ella simplemente sonrió y respondió:
– “Sí, está perfecto. Me llevo los dos.”
En este pequeño ejemplo, el carnicero fraudulento fue puesto en evidencia y su pecado quedó irremediablemente expuesto.
La Palabra de Dios, sin embargo, nos advierte que ser expuestos es muy poco comparado con lo que le espera al mentiroso y al estafador. El salmista, en el capítulo 5, versículo 6, dice: “Destruirás a los que dicen mentiras; el Señor detesta a los asesinos y a los engañadores”. Destrucción es lo que el mentiroso y el estafador pueden esperar. Tarde o temprano, la poderosa mano del Señor caerá sobre todos aquellos que usan el engaño, el fraude o la mentira para su beneficio personal.
Que tú y yo abandonemos toda mentira y engaño. Porque “el Señor detesta los labios mentirosos, pero se deleita en los que dicen la verdad.” (Proverbios 12:22).
Oración: Señor, líbrame de toda mentira y engaño. Que no defraude a mi prójimo en nada de lo que haga. Amén.
Versículo base: “Destruirás a los que dicen mentiras; el Señor detesta a los asesinos y a los engañadores.”. (NTLH) Salmos 5: 6