El respeto por las autoridades comienza en casa

Dos niños gritando

Tuvo lugar en octubre de 2021. En un partido válido para la segunda división de fútbol en Rio Grande do Sul, entre Guarani de Venâncio Aires y São Paulo, de Rio Grande. El árbitro del partido, Rodrigo Crivellaro, es atacado por William Ribeiro, jugador del São Paulo. Caído al suelo, el árbitro sufre una patada en la cabeza y queda inconsciente. El jugador de São Paulo es detenido por la policía por el flagrante intento de asesinato y tiene rescindido su contrato con el club de Rio Grande.

Al ver la agresión, pienso en cuánto somos todos responsables por ella. Hay una cultura en el fútbol que los árbitros no merecen respeto. Y cada vez que yo, como padre, voy a un estadio de fútbol para ofender a un árbitro, estoy ayudando a moldear esta cultura. Pero la cultura de no respetar a una autoridad no está solo en el fútbol. De hecho, está muy extendida en todos los ámbitos de nuestra sociedad. Enseñamos a nuestros hijos a no respetar al policía de tránsito, al guardia de estacionamiento, al juez y al senador de la república. Enseñamos a nuestros hijos a ser “selectivos” sobre qué autoridad debe respetarse y cuál no. Pero cuando miro la palabra de Dios, veo que no hay excepciones: “Todos deben someterse a las autoridades públicas, pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él“.

Algo que he aprendido en los últimos años es que el respeto por las autoridades comienza en el hogar. Cuando un niño no aprende a respetar la autoridad de su padre y de su madre, tampoco respetará las demás. Si no respeta la autoridad de su padre y su madre, no respetará a un árbitro de fútbol, a un policía, a un maestro, a un guardia de transito. Y se vuelve urgente para los padres rescatar su autoridad frente a sus hijos. Para que no se repitan episodios como el relatado al inicio de esta reflexión.

Oración: Señor, mi deseo es enseñar a mis hijos el respeto por la autoridad del padre y la madre. Para que puedan respetar cualquier otra autoridad en este mundo. ¡Amén!

Versículo base: Todos deben someterse a las autoridades públicas, pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él. Por lo tanto, todo el que se opone a la autoridad se rebela contra lo que Dios ha instituido. Los que así proceden recibirán castigo. Porque los gobernantes no están para infundir terror a los que hacen lo bueno sino a los que hacen lo malo. ¿Quieres librarte del miedo a la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás su aprobación. (NVI) Romanos 13:1-3

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