El poder de elección
Cuando Dios creó al hombre, le dio poder. Le dio el poder de administrar el planeta, el poder sobre los animales y el poder de la multiplicación, para así poblar el planeta. También le dio el poder de la creación, ya que hizo al hombre a su “imagen y semejanza”, por lo tanto, con el poder de crear cosas, y el mundo que conocemos hoy tiene innumerables creaciones humanas.
Y entre tantos poderes otorgados al hombre que podríamos enumerar aquí, quizás uno de ellos fue el más importante de todos: el poder de elección. Aún en el huerto del Edén, después de crear a los primeros seres humanos, el Señor dijo: “Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer“. Al decir esto, le dio al hombre el poder de elegir. A partir de este momento, registrado en Génesis 2:16 y 17, el hombre tuvo la oportunidad de elegir, escogiendo entre el bien y el mal, entran la obediencia y la desobediencia, entre la vida y la muerte.
Aun hoy, podemos elegir. Incluso hoy podemos elegir entre el bien y el mal, la obediencia y la desobediencia y la vida o la muerte. A pesar de tantas malas decisiones de la humanidad, desde la primera mala elección de Adán y Eva en el paraíso, Dios no nos ha quitado el poder de elegir. Todavía podemos elegir. Cada día hay una nueva oportunidad para elegir.
¿Cual es tu elección? ¿Lo bueno o lo malo? ¿La obediencia o la desobediencia? ¿La vida o la muerte?
Oración: Señor, yo elijo el bien. También elijo la obediencia. Y elijo la vida eterna, que tengo en Cristo Jesús. ¡Amén!
Versículo base: Y le dio este mandato: “Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás.” (NVI) Génesis 2:16-17