Las situaciones del día a día

Estaba leyendo una anécdota interesante sobre algo que sucedió en 2014. El entonces presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, fue a un restaurante elegante en Manhattan, junto con su esposa. Después de la cena, el presidente estadounidense pidió la cuenta y cuando intentó pagar con su tarjeta de crédito, el pago fue rechazado. “¡Te garantizo que tengo suficiente dinero en mi cuenta!” bromeó el ex presidente, disculpándose con la mesera. Luego, la cuenta fue pagada por la primera dama, quien sí tenía habilitada su tarjeta de crédito. Más tarde, se supo el motivo del bloqueo de la tarjeta del presidente: resultó que el presidente usaba tan poco su tarjeta personal que el banco la bloqueó automáticamente.

Quizás saber que a Barack Obama le bloquearon la tarjeta de crédito me ayude a enfadarme menos cuando me pase a mí. Hay situaciones cotidianas, del día a día, que muchas veces nos irritan y nos llevan a “perder un día” en discusiones vanas. Un vaso de leche derramado, un coche que me detiene en el tráfico o alguien que se cola en la fila del banco son situaciones que le pueden pasar en un día corriente a cualquier persona.

¿Cómo trato a un mesero que se equivoca con mi pedido? ¿Cómo he tratado al vigilante del edificio cuando me da alguna orientación? ¿Cómo reacciono cuando mis hijos rompen algo en la casa? No puedo contar cuantas veces me fui a la cama irritado por temas totalmente irrelevantes, que son parte de una vida “normal“, porque no todo será como me gustaría que fuera. De hecho, es probable que la mayoría de las veces no lo sea.

Hoy es un día para repensar mis actitudes ante las situaciones cotidianas. Yo lo haré. ¿Y tu?

Oración: Señor, no pocas veces me he irritado por cosas triviales. Ayúdame Señor a controlar estas emociones negativas. ¡Amén!

Versículo base: Si se enojan, no pequen. No dejen que el sol se ponga estando aún enojados, ni den cabida al diablo. (NVI) Efesios 4:26-27