“El infierno es aqui”
Mi gran amiga Liane Perine, en los años 90, en Brasil, organizó a un pequeño grupo de jóvenes para llevar la palabra de Dios a algunos barrios pobres de nuestra ciudad. Considero que este trabajo fue una de las experiencias más inolvidables de mi vida. Porque llegué a conocer la pobreza, la pobreza real, muy de cerca. Siempre supe que existían casas sin un piso, que no fuera de tierra y con paredes de cartón, pero es diferente cuando entras en una de estas casas y te sientas a hablar con las personas que viven allí.
Y seguramente, muchas cosas me impactaron en estas conversaciones que tuve con esas personas. Y una de ellos me impacta aún hoy. Cada vez que le preguntamos a una de estas personas, si creían en la existencia del cielo y del infierno, la respuesta era casi unánime: “el infierno es aquí“.
Es fácil de entender. ¿Quién de nosotros no consideraría el infierno, vivir en una casa donde las paredes son una mezcla de cartón y madera vieja, donde el frío entra por las grietas en la madrugada, donde el suelo es tierra y las ollas siempre están vacías? ¿Cómo no podemos pensar que este es el mismo infierno?
Así que trato de recordar que nuestra misión como iglesia, como el cuerpo de Cristo aquí en la tierra, es precisamente rescatar a las personas del infierno. Y eso me dice que no hay lugar para la omisión frente a la pobreza extrema. Y aunque entiendo que todos tenemos nuestras luchas económicas, no puedo tolerar o aceptar la pobreza extrema de forma natural. “¡Pero ustedes han menospreciado al pobre!”, dice Santiago 2: 6. Y continúa en el versículo 8 diciendo “hacen muy bien si de veras cumplen la ley suprema de la Escritura: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo'”.
Finalmente, Proverbios 21: 13 siempre está resonando en mi mente, cuando ando por las calles de Bogotá. “Quien cierra sus oídos al clamor del pobre, llorará también sin que nadie le responda”. ¿Cuál es, entonces, mi responsabilidad frente a la protesta de los necesitados en las calles y barrios pobres de mi ciudad?
Oración: Señor, no quiero cerrar mis oídos al clamor de los pobres, en las calles y barrios pobres de mi ciudad. Muéstrame Señor, ¿qué puedo hacer para no ignorar este clamor? ¡Amén!
Versículo base: Quien cierra sus oídos al clamor del pobre, llorará también sin que nadie le responda. (NVI) Provérbios 21:13