El dueño de todo
Hay algo muy importante que todo cristiano debe entender: Dios es dueño de todo. Es el dueño del cielo, del mar, de la tierra y del aire. Es dueño de todo lo que podemos ver o tocar. Y como propietario, tiene el poder de hacer lo que quiera con lo que es suyo. Si quiere tomar todo el oxígeno de la tierra y llevarlo a otra parte, ¿quién podría detenerlo? ¿Quién podría cuestionar su soberana voluntad?
El error más grande que podemos cometer es creer que algo nos pertenece. Pensamos que el dinero que ganamos es nuestro, que los títulos profesionales nos pertenecen, o que nuestra casa o coche, porque están registrados a nuestro nombre, son nuestra propriedad. ¡Pero no! Nada es nuestro, todo es de Dios, porque toda la tierra y lo que hay en ella le pertenece.
Podemos confirmar esta verdad leyendo algunos textos de la palabra. “Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan“, Salmo 24: 1 y “toda la tierra me pertenece,“, Éxodo 19: 5. Ni siquiera nuestros cuerpos nos pertenecen: ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños“, 1 Corintios 6: 19.
Pero mi texto favorito es de Job 41:11 donde Dios pregunta: “¿Y quién tiene alguna cuenta que cobrarme? ¡Mío es todo cuanto hay bajo los cielos!“. Me gusta mucho la versión en portugués donde el pregunta: “¿Quién me dio primero algo que yo debo pagarle?” Y realmente, yo pregunto: ¿Quién en este mundo creó algo sin tomar primero lo que le pertenecía a Dios, es decir, los recursos naturales creados por Él? ¿Quién de nosotros le ha dado algo a Dios que ya no era suyo?
¡Hoy es el día para reconocer que nada, absolutamente nada, nos pertenece! Ni siquiera nuestra propia vida. Por tanto, no podemos exigirle nada a Dios. Solo nos queda agradecerle por su amor, gracia y misericordia, que nos bendice y nos da tantas cosas buenas cada día.
Oración: Señor, hoy reconozco que nada me pertenece. Todo lo que tengo es tuyo y te agradezco porque me permites disfrutarlo temporalmente. ¡Amén!
Versículo base: ¿Y quién tiene alguna cuenta que cobrarme? ¡Mío es todo cuanto hay bajo los cielos!” (NVI) Job 41:11