Duplo Diagnóstico

Ejecutivo muy preocupado sentado en el anden

Eduardo era ejecutivo de una gran empresa. Ese día, se despertó muy temprano, pues no podía dormir. Tenía una gran preocupación en mente. Se preparó un desayuno rápido y se sentó a revisar sus correos electrónicos. Entre los más de 30 correos electrónicos, había un mensaje de uno de sus empleados solicitando la oportunidad de liderar un proyecto. Aunque sabía que ese empleado estaba capacitado para esta tarea, prefirió entregar el proyecto a otra persona, porque no le gustaba la gente que vive “pidiendo cosas“.

Más tarde, salió para el trabajo, cuando en el semáforo, una anciana le pidió unas monedas. Con las ventanas cerradas, ni siquiera la miró y se alejó rápidamente cuando cambió la señal a verde. Y aún antes de llegar a la oficina, recibió una llamada de su hermana, que decía:
– “Eduardo, le prometiste a tu sobrino que lo llevarías al partido del domingo, ¿recuerdas? El está en la expectativa, por favor no lo defraudes”.
Fue cuando, cortante, Eduardo respondió:
– “Sí, lo prometí, pero eso fue antes de saber que el partido era a las 7 de la noche y no a las 4 de la tarde, como había pensado. Desafortunadamente, ya tengo otro compromiso para el domingo por la noche”.

Al llegar a la oficina, Eduardo revisó su agenda y vio que habría una reunión con un proveedor, las 10 horas. Pidió los informes necesarios para la reunión y los estudió con dedicación, pues era muy cuidadoso con su trabajo. La reunión salió bien, pudo renegociar las condiciones de pago e incluso evitó un incremento de precios. Cerca al final de la reunión, el representante de su proveedor hizo una solicitud:
– “Eduardo, si pudieras firmar una carta de recomendación de nuestra empresa, sería de gran valor para nosotros ganar la cuenta de tu grupo en México”.
Eduardo, sin embargo, fue duro:
-“No hago recomendaciones. No me gusta comprometerme, para que luego te equivoques y digan que el proveedor que recomendé no está entregando los productos correctamente”.
– “Pero Eduardo, ¿alguna vez nos hemos fallado una entrega contigo?” – preguntó el representante.
-“Nunca han fallado. Pero esa es mi política. Lamento no poder ayudarte”– dijo, poniendo fin a la discusión.

Era casi mediodía cuando Eduardo recordó su gran preocupación. Se sorprendió de sí mismo por no haber pensado en el problema durante las últimas 3 horas. Bajó a la cafetería de la empresa y cuando vio a la señora de la limpieza. Trató de esquivarla, pero no pudo. Cuando lo vió, la señora se dirigió a él y por quinta vez le hizo una petición:
– “Señor Eduardo, solo para recordarle que mi sobrina quería una reunión con usted, para presentarle su empresa de dotaciones. Ella hace uniformes de gran calidad y muy buenos precios. Solo quiere 30 minutos de su tiempo”.
Eduardo respondió como lo había hecho en todas las ocasiones anteriores:
– “Claro, doña Elsa, veré cuando la puedo atender” – y sin más conversación, siguió adelante.

Cuando ya eran las 4 de la tarde, salió de la oficina y se dirigió a la gran cita del día, la hora de la verdad, el momento que lo tenía preocupado por varios días. Iba al médico para que le diera el diagnóstico.
– “¿Tengo cáncer? ¡Esto no me puede pasar a mí! ¡No a mí!” – se decía en voz alta.

Mientras conducía, hizo una breve oración.
– “Señor, necesito su ayuda. No quiero tener cáncer. Ni siquiera tengo tiempo para la quimioterapia y no puedo pensar en perder todo mi cabello, qué pena me daría”.

Recordó que recibe un devocional diario grabado en audio. Casi nunca los escuchaba, pero pensó que este era un buen momento para reflexionar mientras conducía a su cita con el médico. Elegió al azar un devocional de la lista que decía:

-“¿Cómo quieres recibir las bendiciones del Señor, si no bendices a nadie?
La Biblia nos dice en Proverbios 21, versículo 13, que ‘El que cierra su oído al clamor del pobre, También él clamará y no recibirá respuesta’.
¿Cómo quieres recibir las bendiciones del Señor, si dejas ir al necesitado, cuando tienes la oportunidad de ayudarlo?
La Biblia también nos dice en Proverbios 3, versículo 28: ‘No digas a tu prójimo: «Ve y vuelve, Y mañana te lo daré, cuando lo tienes contigo’.
Mi hermano, ‘Dios ama al que da con alegría’ nos enseña 2 Corintios 9, versículo 7.
Y también dice que ´hay quien reparte, y le es añadido más, y hay quien retiene lo que es justo, solo para venir a menos.‘, Proverbios 11, versículo 24″.

Al escuchar esa reflexión, Eduardo recordó tantos “no” que había dado en ese día. El empleado que envió un correo, la anciana del semáforo, la llamada de su hermana, la carta de recomendación de su proveedor, el pedido de doña Elsa. Y después de tantos “no”, ¿Cómo podía esperar un “sí” del Señor?

Entonces, paró su automóvil en el estacionamiento de un supermercado. Desde su celular, le envió un correo a su empleado, diciéndole que le daría la conducción del proyecto y que estaba feliz de tener a alguien tan dedicado como él. Llamó a su hermana, se disculpó por su dura respuesta y dijo que definitivamente llevaría a su sobrino al juego como lo había prometido. También llamó a su proveedor, pidiéndole que le enviara la carta de recomendación, y que la firmaría. Hizo una nueva llamada a su asistente, pidiéndole una cita inmediata con la sobrina de doña Elsa. Y finalmente, entró al supermercado para comprar una canasta básica, y entregársela a la anciana del semáforo al día siguiente.

Finalmente, su diagnóstico fue positivo. Eduardo sí tenía cáncer.

Pero ese día entendió que su cáncer no era solo físico, en su cuerpo. Su alma egoísta también estaba contaminada. Eduardo entendió que su lucha sería contra dos cánceres: el del cuerpo y el del alma. Sin embargo, nunca se había sentido tan fuerte para enfrentarlos. “El Señor es mi fuerza y mi escudo; En Él confía mi corazón, y soy socorrido; Por tanto, mi corazón se regocija, Y le daré gracias con mi cántico”, Salmo 28:7.

Oración: Señor, enséñame a ver la necesidad de mi prójimo antes de ver la mía. Quiero tener un corazón bondadoso como el tuyo. Amén.

Versículo base: “Den, y les será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante, vaciarán en sus regazos. Porque con la medida con que midan, se les volverá a medir”. (NBA2005) Lucas 6:38

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