Dios no nos ha dado un espíritu de timidez

Una rosa blanca con dos hojas blancas y el texto de 2 Timoteo 1:7

Cuando Hitler llegó al poder en Alemania, muy pocos alemanes se opusieron verdaderamente a las políticas e ideologías del tercer reich. Entre los pocos opositores, se creó un grupo llamado Rosa Branca. Este grupo imprimia panfletos con frases antinazis y versículos de la Biblia, que eran dejados en los buzones de las casas. Una de sus líderes fue la joven Sophie Scholl, de tan solo 21 años. Hasta que el 18 de febrero de 1943 la joven fue detenida con varios panfletos en la mano, junto a otros miembros del grupo Rosa Blanca: Hans Scholl, Alexander Schmorell, Willi Graf, Christoph Probst y el Prof. Kurt Huber. Sophie y todos sus compañeros fueron muertos en prisión, 4 días después, el 22 de febrero de 1943.

De esta historia aprendo que no podemos quedarnos callados frente a la violencia contra otros seres humanos, no importa cuánto cueste. Mientras Alemania guardaba silencio ante un genocidio, la violencia y la muerte se apoderaron de la nación. Y aunque muchos guardaron silencio, hubo personas que no lo hicieron. Su final fue trágico, ¡es verdad! Pero estoy seguro de que la recompensa eterna es más grande que cualquier otro pago que podamos recibir en esta breve vida.

La Bíblia nos dice que “Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio” y por eso, podemos luchar contra las injusticias de este mundo sin temer las consecuencias. Incluso si esa consecuencia es la muerte.

Al final de la guerra, los Aliados recuperaron varios panfletos de Rosa Blanca y los mismos fueron lanzados desde sus aviones sobre Alemania.

Oración: Señor, tu no nos has dado un espíritu de timidez. Al contrario, nos dio un espíritu de poder, amor y equilibrio. Quiero honrarte en todas mis acciones, no importa el precio que tenga que pagar. ¡Amén!

Versículo base: Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio. Así que no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que por su causa soy prisionero. Al contrario, tú también, con el poder de Dios, debes soportar sufrimientos por el evangelio. Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo; y ahora lo ha revelado con la venida de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien destruyó la muerte y sacó a la luz la vida incorruptible mediante el evangelio. (NVI) 2 Timóteo 1:7-10

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